El Aula del Mar del Campus de Excelencia Internacional Global del Mar (CEI·MAR) de la Universidad de Granada apoya la propuesta del proyecto de ordenación que regulará las actividades en la Zona de Especial Protección (ZEC) de los “Acantilados y Fondos Marinos de la Punta de la Mona”, enclave natural del municipio de Almuñécar de altísimo interés biológico debido a su elevada biodiversidad.
Estas medidas, propuestas por la Junta de Andalucía, son necesarias para hacer efectiva la especial protección de la zona por lo que la regulación e incluso prohibición de la pesca es necesaria para permitir la regeneración del ecosistema y su paisaje.
El coordinador del CEI·MAR-UGR y director del Aula del Mar de la Universidad de Granada, Pedro Sánchez Castillo, argumenta que la pesca, en cualquiera de sus disciplinas, produce inevitablemente una disminución de la biodiversidad del entorno y afecta directamente a la biomasa de determinadas especies. “A pesar de ello –señala- es importante destacar que, tras la regulación, y una vez recuperadas las poblaciones de la zona, cabría esperar el denominado “efecto reserva” que consiste en el incremento de las poblaciones de peces y de otros organismos en zonas colindantes a la reserva.
De hecho, recuerda que estudios realizados en las Islas Baleares, Tabarca o Cabo de Gata, entre otros, constatan que “antes de los diez años de la implementación de las medidas de regulación comienza a producirse un claro incremento en las poblaciones de peces en las zonas vecinas, tras su recuperación en el interior de la propia área protegida y la extremada riqueza de las aguas del mar de Alborán, de transición entre las mediterráneas y las atlánticas, probablemente acorten estos periodos de recuperación”, advierte el profesor Sánchez Castillo.
Esta regulación tendrá, además, un beneficio paralelo para detener el alarmante proceso de regresión de las actuales poblaciones de corales y gorgonias de la zona, causado fundamentalmente por los efectos mecánicos de los artes de pesca abandonados o perdidos que llegan a sus proximidades y causan daños sobre las colonias. Independientemente de su belleza, los corales y gorgonias juegan un papel fundamental en la estructura del ecosistema marino y, junto con las algas calcáreas, son los principales organismos bioconstructores del entorno que se alimentan principalmente de plancton y retienen las partículas suspendidas en el agua, restos de materia orgánica procedente de la descomposición de los cadáveres y de la excreción de otros animales. Además estos restos de redes, como otras basuras marinas, favorecen la dispersión de la conocida como alga asiática, la especie del alga parda Rugulopteryx, cada vez más frecuente en nuestro litoral.
Además de las especies más conocidas como son el coral candelabro o el coral naranja, “existen varias especies en estudio que posiblemente lleguen a considerarse nuevos taxones para la ciencia, que ayudarán a comprender mejor el interés y la importancia de este paraje. No podemos permitir la extinción de estas especies y menos antes de que sean estudiadas”, advierte Pedro Sánchez. Al amparo de los corales como “especies bandera”, se protegerá el conjunto del ecosistema, también las comunidades de macroalgas a las que generalmente prestamos poca atención como las algas fotófilas intermareales, los bosques de algas pardas, o las comunidades esciáfilas de rodolitos, todas básicas en la estructura del ecosistema del paraje y posibles fuentes de futuros recursos económicos.
Por otra parte, el Aula del Mar del CEI·MAR-UGR recuerda que hay actividades menos lesivas, como el buceo deportivo que genera una considerable repercusión económica en el municipio y una población estable de grandes serránidos, como los meros o los abadejos, y la presencia de otras especies de interés puede atraer a buceadores, que no sólo consumirán productos directamente relacionados con el sector del buceo, sino que visitarán comercios, pernoctarán en la zona y harán turismo en las proximidades, fortaleciendo así una economía que además de ser respetuosa con el medioambiente, es sostenible.
En cualquier caso, la controversia generada en torno a las restricciones propuestas para la gestión de la Punta de la Mona no debía ser mayor que la que se planteara en su día tras la aprobación de las medidas de protección de las que goza el cercano Paraje de Maro Cerro-Gordo, recogidas en el Decreto 6/2015, de 20 de enero. En el término municipal de Almuñécar además existen otros recursos que podrían sustituir a los generados por la actividad pesquera dentro del paraje. Entre estos recursos naturales se encuentran los Peñones del Santo o Peñones de San Cristóbal, imagen icónica de la localidad, declarados monumento natural en 2001, importantes no solo desde el punto de vista pesquero, sino también cultural y ambiental. Su acondicionamiento y reordenación podría suponer un recurso turístico y económico de importancia.