Otro verano plagado de algas

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Coincidiendo con la llegada del mes de junio, muchos municipios costeros de Andalucía han aprovechado para iniciar su temporada de playas, con la esperanza de que la normalidad vaya cobrando protagonismo en detrimento de una situación anormal marcada por los estragos provocados por la pandemia del coronavirus.

Pero desde hace más de un lustro también se está combatiendo contra otra pandemia, no sanitaria, aunque afecta al ecosistema marino: la invasión de la Rugulopteryx okamurae. El alga asiática comenzó siendo una amenaza para el litoral del Estrecho de Gibraltar y el norte de África, aunque ya se ha extendido por todo el Mediterráneo. Difícilmente se encuentra un rincón de toda esta zona donde no hayan aparecido restos de estas plantas marinas.

Según los expertos, su expansión no tiene límites y, por mucho que desde los ayuntamientos se ponga todo el empeño en mantener las playas a punto para el disfrute ciudadano – lo que implica la retirada continuada de cientos de toneladas de sus arenales – la naturaleza parece que es la principal aliada de una especie que sigue colonizando territorios a pasos de gigantes, lo que la convierte en un verdadero peligro para el ecosistema, la biodiversidad, pero también para la pesca o el turismo.

Un claro ejemplo de los perjuicios que está provocando la Rugulopteryx lo encontramos en la provincia de Cádiz, donde sus pescadores han visto desaparecer en los últimos tiempos a especies autóctonas, lo que, de otro lado, se traduce en menores capturas y pérdidas importantísimas en el capítulo de recursos económicos.

La economía de esta provincia depende en buena parte del turismo, lastrado por la Covid en el último año y, aunque con mejores perspectivas para éste, la presencia masiva de estas hierbas en las orillas y el olor tan desagradable que provoca también han supuesto un descenso importante en la llegada de visitantes a esta parte del litoral español, de las más codiciadas por los turistas.

¿Soluciones? El Gobierno de España la declaró especie invasora el pasado otoño, pero tanto la Administración nacional como la autonómica siguen con sus estudios para conocer con más claridad su comportamiento, incluso anunciando la puesta en marcha de ayudas para los perjudicados, principalmente pescadores, aunque las soluciones siguen sin aparecer, mientras la amenaza para el ecosistema marino cada vez es mayor y la situación, según los biólogos, es actualmente «incontrolable».

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