El grupo ecologista, Greenpeace, ha presentado el informe «Crisis a Toda Costa 2024», en el que realiza un exhaustivo análisis de la situación del litoral español frente a los riesgos derivados de la emergencia climática. Este informe aborda el estado de los más de 8.000 kilómetros de costa española y las amenazas que se ciernen sobre ellos.
Las costas españolas enfrentan múltiples riesgos, entre los que destacan el exceso de urbanización e infraestructuras, la contaminación, la construcción de barreras artificiales como diques y puertos deportivos, el despilfarro de recursos naturales y las alteraciones de cauces fluviales. Estas prácticas han provocado desequilibrios que resultan en el retroceso y la pérdida de playas, afectando su función de barrera protectora y poniendo en riesgo a millones de personas residentes en el litoral. La turistificación es otro problema grave que afecta a muchas ciudades costeras como Sevilla, Málaga, Barcelona, Palma y Valencia.
A estos problemas se suman los efectos específicos del cambio climático: la subida del nivel del mar, el aumento en frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos extremos (olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, temporales, huracanes, incendios e inundaciones), el incremento constante de la temperatura de mares y océanos, y la pérdida de oxígeno disuelto en el agua. Estos fenómenos agravan exponencialmente los riesgos para las zonas costeras.
En Andalucía, provincias como Almería, Málaga, Huelva y, especialmente, Cádiz, están entre las más afectadas. Se prevé una subida del nivel del mar de 45 cm para 2090, lo que significaría que el mar avanzaría unos 45 metros tierra adentro, con graves impactos en la región. La costa andaluza sigue atrapada en un modelo basado en urbanizaciones turísticas, campos de golf y hoteles, lo que aumenta los problemas.
El turismo se utiliza a menudo como justificación para el deterioro de la naturaleza y la turistificación de las ciudades costeras andaluzas. Andalucía lidera en Europa en cuanto a la cantidad de alquileres turísticos, con más de 117.000 viviendas turísticas, lo que ha llevado a la disminución de viviendas de alquiler a largo plazo, aumento de precios, gentrificación y deterioro de espacios naturales.
Greenpeace destaca la erosión grave en algunas zonas de la costa andaluza, especialmente en Málaga.
María José Caballero, responsable de Costas en Greenpeace España, subraya la urgencia de tomar medidas para mitigar estos problemas. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero podría evitar el 40% del retroceso de las playas a nivel mundial. Las soluciones deben ser locales y adaptadas a cada tramo de litoral, acordadas por las administraciones y con la participación ciudadana. Proteger las playas no solo es una cuestión ambiental, sino también de protección frente a los eventos climáticos extremos y la subida del nivel del mar.
Para revertir la situación actual, es fundamental aplicar políticas ambiciosas de reducción de emisiones, recuperar la calidad ambiental de los espacios costeros, combatir la contaminación, limitar la turistificación masiva y considerar los efectos del cambio climático en la planificación urbanística. También es crucial conservar marismas y humedales, revisar los deslindes de dominio público marítimo-terrestre y promover la investigación científica sobre los efectos del cambio climático y las barreras artificiales en los ecosistemas y la salud humana.