En el apartado que estamos dedicando en El Estrecho Digital a quienes vieron “nacer” el puerto de Algeciras formando parte de su historia, al haber dedicado gran parte de su vida a estas instalaciones, hoy, nos acercamos a la figura de Manuel Oñate Sánchez. Él nació el 1 de abril de 1953 y, desde entonces, ha consagrado su vida al puerto de Algeciras. Con 71 años y oriundo de la calle Panadería, su historia laboral comenzó temprano, a los 16 años, cuando su padre, carpintero en el puerto, le sugirió que empezara a trabajar allí.
Manuel ingresó como aprendiz de electricidad en el recinto portuario, a pesar de no tener experiencia previa en el sector. «Entré en el taller de electricidad sin haber tocado nunca un cable,» recuerda Manuel con una sonrisa. Sin embargo, se adaptó rápidamente y amplió sus habilidades. Trabajó también en las planchas de la estación marítima, donde colaboraba con los camalos en la manipulación de cargas. «Era un trabajo duro, pero aprendí mucho,» comenta.
En 1982, se presentó una oportunidad que cambiaría el rumbo de su carrera: las plazas de guardamuelles. Tras aprobar el examen junto a un compañero, comenzó a desempeñarse en este nuevo rol, en el que se mantuvo hasta su jubilación en 2016. «Fue un cambio grande, pero me adapté rápidamente,» dice Manuel. Durante casi 50 años de servicio, vivió la evolución del puerto y sus operativas.
El trabajo de guardamuelles implicaba una serie de responsabilidades cruciales para el funcionamiento del puerto. Entre ellas, la fiscalización de superficies y atraques, y la comprobación de mercancías en la lonja. «Teníamos que estar en todo,» explica Manuel. Con la llegada de los contenedores, su labor se extendió al control de estos. También participaba en la señalización marítima, utilizando faroles para iluminar zonas hasta que los electricistas pudieran repararlas.
Con el tiempo, la policía portuaria ha evolucionado considerablemente, alcanzando un alto nivel de preparación y profesionalización. Manuel destaca la formación y los recursos con los que cuentan los policías portuarios, sucesores de aquellos guardamuebles, hoy en día, incluyendo mecanismos avanzados y centros de control sofisticados. «Hoy en día, la policía portuaria no tiene nada que envidiarle a la policía local,» afirma.
Uno de los momentos más desafiantes en su carrera fue durante las operaciones de Paso del Estrecho (OPE), especialmente en épocas de alta demanda como la Navidad, cuando la afluencia de pasajeros y vehículos podía colapsar las instalaciones portuarias. «Eran días de mucha tensión, había que estar alerta todo el tiempo,» recuerda Manuel. Sin embargo, también siente satisfacción al ver los avances en seguridad y operatividad del puerto de Algeciras, que ha logrado mantener un alto estándar en ambos sentidos.
A lo largo de su vida laboral, Manuel ha sido testigo del crecimiento y los cambios en el puerto, desde los tiempos en que se manejaban manualmente las cargas hasta la modernización con grúas mecanizadas. También ha visto cómo la pesca, un elemento tradicional del puerto, ha disminuido, afectando a muchas personas y transformando la actividad portuaria. «La pesca ha sido una parte fundamental del puerto, y ver su declive ha sido triste,» comenta con un dejo de melancolía.
Manuel Oñate Sánchez ha dedicado casi cinco décadas al puerto de Algeciras, dejando una huella imborrable en su historia. Su trayectoria es un testimonio de la evolución del puerto y de la dedicación de quienes han contribuido a su desarrollo. «Para mí, trabajar en el puerto ha sido una experiencia inolvidable. Lo haría todo de nuevo», concluye con orgullo.