Del puerto de Algeciras al camino de Santiago

Aurelio Narváez, un polifacético trabajador que dedicó su vida al puerto de Algeciras

En El Estrecho Digital seguimos haciendo un recorrido por la experiencia profesional de algunas personas que han dejado muchos años de su vida en el puerto de Algeciras, haciendo con su trabajo que estas instalaciones se conviertan en la primera dársena de España y una de las más importantes de Europa y el Mediterráneo.

Aurelio Narváez Márquez nació, el 11 de marzo de 1946, en Algeciras, en una familia profundamente ligada al puerto. Con 77 años, Aurelio recuerda con detalle y emoción su extensa trayectoria en el puerto de su ciudad natal. «Mi padre era buzo en el puerto, y en aquel entonces, los trabajadores tenían la opción de meter a sus hijos. Primero el mayor, luego el siguiente», cuenta. Así fue como Aurelio, siguiendo la tradición familiar, comenzó su andadura en el puerto.

Empezó joven, a los 15 o 16 años, como electricista y mecánico. Fue Victoriano, un mecánico excepcional del puerto, quien le ofreció la oportunidad de embarcarse como electricista en el remolcador Colón. «Victoriano era un buen mecánico, pero la electricidad no era su fuerte», recuerda. A pesar de la dura prueba que le pusieron, Aurelio logró superar el reto y comenzó su primera aventura marítima, la cual describe como uno de los periodos más difíciles de su vida.

«Jamás me había embarcado en mi vida», dice, evocando aquellos días en alta mar, enfrentándose a tormentas y desafíos constantes. «Una experiencia malísima», añade, recordando cómo llegó a pensar en abandonar el puerto tras aquel primer viaje a Bilbao. Sin embargo, su tenacidad y dedicación lo mantuvieron firme.

Con el tiempo, Aurelio desempeñó diversos roles en el puerto: desde mecánico hasta operador de grúas y carretillas elevadoras. «Hacía los relevos a los que llevaban las grúas», explica, mencionando nombres como Nelson, Amarilla y Prieto, compañeros de trabajo a quienes reemplazaba en ocasiones. También trabajó en el pantalán de la refinería y participó en importantes proyectos de infraestructura portuaria.

Una de sus experiencias más gratificantes fue trabajar en la estación marítima y como conductor oficial. «Me tiré treinta y tantos años de conductor y en la carretera también se pasa lo suyo, muchas veces», comenta, recordando los numerosos viajes y la prisa constante que caracterizaban su día a día. A pesar de los retos, encontró una profunda satisfacción en su trabajo y en la Comunidad del puerto algecireño.

A lo largo de su carrera, Aurelio ha visto el puerto transformarse y evolucionar. A pesar de los cambios, su aprecio por estas instalaciones ha permanecido constante. «El puerto es lo que me ha dado todo», afirma con orgullo. Incluso después de jubilarse, mantiene un fuerte vínculo emocional con el lugar que ha sido fundamental en su vida.

Fuera del puerto, Aurelio ha dedicado 25 años a recorrer el camino de Santiago, una experiencia que describe como transformadora. «El camino te hace mejor persona, vives de otra manera», asegura. Ha recopilado numerosas anécdotas de sus peregrinaciones y contempla la idea de escribir un libro sobre sus experiencias.

Hoy, desde la perspectiva de un jubilado, Aurelio observa el puerto con admiración y nostalgia. Aunque ya no conoce a muchos de los empleados actuales, sigue sintiéndose parte de la Comunidad Portuaria. «Voy a oficinas y veo a los chavales que no los conozco. Pero cuando veo a alguien conocido, me siento en casa», concluye.

Aurelio Narváez Márquez es un testimonio vivo de la dedicación y el amor por el trabajo que ha definido a generaciones de trabajadores portuarios en Algeciras. Su historia es un homenaje a aquellos que, como él, han dedicado su vida al mar y al puerto.

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