Toda una vida dedicada a la Estación Marítima del puerto de Algeciras

Joaquín Jiménez Cressi trabajó durante medio siglo en estas instalaciones y volvería "de cabeza"

En El Estrecho Digital seguimos conociendo «el ayer y hoy» del puerto de Algeciras, a través de los testimonios de trabajadores que han dejado gran parte de su vida en estas instalaciones. Joaquín Jiménez Cressi, nació el 4 de diciembre de 1943 en Algeciras y con orgullo cuenta, que comenzó su trayectoria en el puerto a los 15 años, en 1958, tras la muerte de su padre, quien también trabajó en estas instalaciones, tras ingresar como aprendiz en el almacén de la antigua Junta de Obras del Puertos, por recomendación del director del puerto de entonces, Pedro Gaitán de Ayala.

Desde el inicio, Joaquín se esforzó por dejar a un lado aquellos sacos de cemento, entre los que comenzaba su vida laboral, mientras continuaba sus estudios mercantiles. “Me pusieron allí dos sacos de cemento para sentarme y cuatro sacos como mesa y a estudiar”, recuerda. Con el tiempo, fue ascendiendo en la estructura portuaria, pasando de oficinas a posiciones más técnicas y operativas. “Siempre estaba de chupa tinta”, dice, refiriéndose a sus días en la oficina de facturación. Sin embargo, el deseo de romper esa monotonía lo llevó a solicitar un cambio al director del puerto, lo que lo llevó a la estación marítima de Isla Verde, donde se dedicó «a contar barcos y coordinar operaciones», dice textualmente.

«Tuve la libertad de tomar decisiones que beneficiaban tanto a la Autoridad Portuaria como a los trabajadores y empresas del puerto»

El puerto de Algeciras ha sido testigo de innumerables cambios y desafíos a lo largo de los años. Joaquín recuerda con precisión los momentos más críticos, como un día de caos en el embarque de Tánger, como consecuencia de un temporal. «Una multitud intentó embarcar desordenadamente y aquel día fue un caos”, comenta, mientras recuerda la oportuna intervención del teniente de la Guardia Civil, Joaquín Franco, al que considera «crucial para restablecer el orden en una situación que parecía incontrolable». “Joaquín, por favor, échame un cabo aquí, porque yo no soy capaz de sacar esto para adelante”, le pidió, «y en 30 segundos, el problema se solucionó».

Joaquín Jiménez, a sus 81 años, rememora sus últimos diez de trabajo como el periodo más tranquilo, por eso lo llama, “el retiro del guerrero”. «Tuve la libertad de tomar decisiones que beneficiaban tanto a la Autoridad Portuaria como a los trabajadores y empresas del puerto». “Podía hacer y deshacer, siempre buscando los intereses del Puerto”, explica, mientras reconoce que su experiencia le permitió gestionar situaciones complejas y colaborar estrechamente con otros estamentos como la Guardia Civil y la Policía.

La jubilación llegó en 2008, tras 50 años de servicio. Para Joaquín, ese día fue memorable: “No miré ni para atrás”, comenta con una mezcla de satisfacción y alivio. A lo largo de su carrera, no solo se enfrentó a desafíos laborales, sino también a la necesidad de complementar sus ingresos trabajando en otras áreas para mantener a su familia. Su esposa jugó un papel fundamental en este sentido, adaptándose a las circunstancias económicas y apoyándolo en todo momento. “Había veces que íbamos apuradillos y entonces, ella se adaptaba a lo que realmente se ganaba”, recuerda Joaquín con gratitud.

El puerto que Joaquín ve hoy, es muy diferente al que conoció en su juventud. De hecho, recuerda con nostalgia los tiempos en que atracaban el Victoria y el Virgen de África, y cuando el Muelle de La Galera era un bullicio de actividad. “Entonces era totalmente diferente a lo que hoy”, afirma, pero reconoce que las mejoras técnicas y la modernización han transformado el puerto en una infraestructura mucho más avanzada y eficiente.

A pesar de los años transcurridos, Joaquín Jiménez Cressi no duda en afirmar que volvería a trabajar en el puerto si tuviera la oportunidad. “De cabeza”, dice sin vacilar, reflejando el profundo vínculo que ha mantenido con el primer recinto portuario de España, que tanto le dio a lo largo de su vida. Su historia es un testimonio de dedicación y amor por un trabajo que no solo fue su sustento, sino también una parte integral de su identidad y legado familiar.

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