Durante la ponencia inaugural del área de pesca del 63 Congreso Internacional de Ingeniería Naval e Industria Marítima, Javier Garat, Secretario General de CEPESCA, ha expuesto los principales retos que enfrenta el sector pesquero, entre ellos la «obsesión medioambientalista», la pérdida de competitividad, la falta de relevo generacional, los mitos alrededor de la pesca, el descenso en el consumo de productos pesqueros y la pesca ilegal. Garat ha defendido la importancia estratégica del sector, subrayando que España sigue siendo una potencia líder en la Unión Europea en términos industriales y de empleo.
Garat ha destacado la reducción del consumo de pescado en España, que ha disminuido un tercio en los últimos diez años, situándose en 19,9 kilos por habitante por año. Esta baja representa desafíos significativos para la industria, que actualmente ve una disminución en el número de barcos y su capacidad de pesca. A nivel nacional, la pesca en el caldero representa el 40% de las capturas con 8.268 barcos, mientras que la pesca en aguas internacionales representa un 56% con 182 barcos.
En su discurso, Garat también ha respondido a las críticas de varios grupos de presión, principalmente financiados desde Estados Unidos, que se oponen a prácticas como la pesca de arrastre y buscan proteger especies como los tiburones. El secretario general de CEPESCA argumenta que la pesca debe ser vista no como un problema, sino como parte de la solución a desafíos globales, describiéndola como una fuente de proteína con bajo impacto ambiental, que contribuye a la lucha contra el cambio climático y a la limpieza de los océanos.
Además, Garat ha remarcado la significativa reducción de las emisiones de CO2 del sector pesquero en la UE, que han disminuido un 52% desde los años 90, enfatizando que la flota mundial solo representa entre el 0.1% y el 0.5% de las emisiones globales. En relación a la regulación, ha señalado la importancia de la gobernanza internacional para garantizar tanto la sostenibilidad como el desarrollo del sector, advirtiendo sobre los riesgos de una regulación excesiva que podría mermar la competitividad europea frente a proveedores internacionales, como China.