En los últimos días, los buques que cruzan el Mar Rojo han sido blanco de ataques, lo que ha llevado a una de las principales navieras del mundo, Maersk, a tomar una drástica decisión. La compañía ha decidido suspender todo el tránsito de portacontenedores por esta zona estratégica. Los rebeldes Hutíes, operando desde Yemen, han reclamado la autoría de tres ataques en 48 horas, incluyendo uno dirigido a un buque de Maersk.
La Autoridad del Canal de Suez, a través del cual se accede al Mar Rojo, estima que el 12% del comercio mundial depende de esta ruta. La situación ha llevado a Maersk a emitir un comunicado en el que anuncia la suspensión de los cruces por el estrecho de Bab al-Mandab hasta nuevo aviso, citando el reciente incidente en el barco Maersk Gibraltar.
Aunque Maersk asegura que su barco y tripulación están a salvo después del impacto de un misil, la escalada de violencia en esta región plantea preocupaciones sobre la seguridad de esta vía marítima vital. La alternativa de rodear el cabo de Buena Esperanza implica nueve días adicionales de travesía.
Además, la fragata de la Armada española Victoria, parte de la operación Atalanta de la Unión Europea contra la piratería en el Océano Índico, se dirige al buque búlgaro Ruen, que fue secuestrado en el mar Arábigo. La situación plantea incertidumbre sobre la seguridad en esta región y sus implicaciones económicas.
Otro barco afectado, operado por Hapag Lloyd, también ha decidido evitar la zona temporalmente. La incertidumbre persiste en cuanto a la duración de esta suspensión y los posibles daños económicos que podrían surgir. Las acciones de Maersk y Hapag Lloyd han mostrado reacciones en los mercados bursátiles ante esta situación en desarrollo.