El sector pesquero aboga por una transición energética justa y financiación adecuada para la flota pesquera europea

La flota pesquera europea busca adaptarse a nuevos desafíos para lograr la descarbonización y renovación de sus buques

El sector pesquero europeo, representado por Europêche, que incluye a la Confederación Española de Pesca (CEPESCA), ha manifestado su compromiso de contribuir al objetivo mundial de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera mediante el desarrollo de alternativas energéticas viables en su actividad. Para lograrlo, abogan por una transición energética justa en la flota, la cual requiere plazos realistas, colaboración con el entorno científico y tecnológico, eliminación de barreras legislativas y una financiación adecuada.

Aunque actualmente las emisiones del sector pesquero representan solo entre el 0,1% y el 0,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), el sector reconoce su responsabilidad como industria para minimizar su impacto. Esta postura ha sido expresada en diversos foros a los que la flota ha sido invitada recientemente, como el 70º período de sesiones de la Junta de Comercio y Desarrollo de Naciones Unidas (UNCTAD) y la Comisión Europea (CE). De hecho, la flota pesquera europea ya ha logrado importantes avances al reducir un 50% sus emisiones desde 1990.

El sector destaca que este proceso de transición presenta desafíos que deben ser considerados. Por ejemplo, ciertas tecnologías, como el hidrógeno, requieren cuatro veces más espacio de almacenamiento a bordo en comparación con los combustibles tradicionales, lo cual choca con las limitaciones de capacidad de tonelaje bruto en los buques. Por lo tanto, el sector considera imprescindible adaptar la definición de capacidad pesquera en Europa.

Además, se señala que el nuevo Fondo Europeo, Marítimo, de la Pesca y la Acuicultura (FEMPA) es insuficiente para cubrir los costes asociados a este proceso. Por tanto, se insiste en la necesidad de apoyo institucional y financiamiento específico para abordar estos desafíos. Se propone explorar fuentes adicionales de financiación, como el Banco Europeo de Inversiones, la creación de un nuevo fondo o la revisión del FEMPA.

En relación a esto, se destaca que la edad promedio de la flota europea es de 31,5 años, y su renovación es imperativa para facilitar la transición hacia una pesca moderna. Según el sector, simplemente cambiar el motor no es suficiente ni viable en los buques de esa edad.

Por último, se resalta la trayectoria del sector en la adopción de prácticas de bajo impacto ambiental, las cuales han logrado avances significativos en el camino hacia la descarbonización. Estas prácticas incluyen inversiones en artes de pesca selectivas, reducción del contacto con el fondo marino (lo que se traduce en menor consumo de combustible y emisiones), adopción progresiva de motores diésel-eléctricos, hélices y sistemas de refrigeración eficientes, y participación en programas de economía circular.

Javier Garat, presidente de Europêche y secretario general de Cepesca, afirma que el sector pesquero es clave en la sociedad y un ejemplo a seguir en la lucha contra el cambio climático, ya que se ve directamente afectado por él. Garat destaca que la flota europea ha estado trabajando en la neutralidad climática desde 1990 y enfatiza la importancia de reconocer esos esfuerzos y fijar el año como referencia para la reducción de emisiones. Según Garat, la industria alimentaria está a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático al proporcionar una de las proteínas animales más saludables con una huella de carbono mínima.

Por su parte, Daniel Voces, director general de Europêche, señala que una descarbonización completa del sector requiere un enfoque global que incluya fuentes de energía con cero emisiones, modernización de los buques, mejoras en el diseño y composición de las artes de pesca, reducción del tiempo en el mar y un análisis detallado del consumo de energía por kilogramo de pescado desembarcado. Voces destaca que esta transición no debe poner en peligro la contribución continua del sector a la producción sostenible de alimentos en la UE y debe involucrar a todas las partes interesadas de la cadena de suministro, así como en el desarrollo de las infraestructuras necesarias, las cuales son componentes vitales del proceso.

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