Los arquitectos Manuel Luis Rocafort Martín y José Ignacio González Sosa – González Rocafort Arquitectos –, autores de la Terminal Marítima de Pasajeros de Naviera Armas Trasmediterránea en el puerto de La Luz y Las Palmas, han sido galardonados con el premio de arquitectura “Miguel Martín Fernández de la Torre”, en la categoría de Obra Nueva de Otros Usos, lo que pone en valor la calidad y categoría del proyecto que se ha convertido en un emblema del puerto de la capital grancanaria.
Ubicada en el Muelle Nelson Mandela y terminada en 2020, tiene como punto de partida una idea del presidente de Naviera Armas Trasmediterránea, Antonio Armas Fernández, fallecido en marzo de 2021
Ubicada en el Muelle Nelson Mandela y terminada en 2020, tiene como punto de partida una idea del presidente de Naviera Armas Trasmediterránea, Antonio Armas Fernández, fallecido en marzo de 2021. El naviero canario solicitó a González Rocafort Arquitectos una terminal marítima de vanguardia, que se organiza en función de los diferentes tráficos que se generan en torno al embarque y la operativa portuaria, tanto interinsular como nacional.
Ocupa una superficie construida de 1.638 metros cuadrados y de su edificación se ocuparon las empresas Construcciones Yedra S.L., Dragados S.A. y Geocaminos S.L. Además de González Rocafort Arquitectos, también participaron el ingeniero industrial Francisco López Artiles y el aparejador Manuel José Cabrera Cuyás.
La terminal marítima de Naviera Armas Trasmediterránea gestiona un importante y complejo tránsito rodado, en el que se mezclan vehículos públicos, privados, pesados y ligeros, de pasajeros y de carga, además del tránsito peatonal de viajeros y personal de la terminal y de la zona de servicios portuarios.
El propósito del proyecto de González Rocafort Arquitectos consiste en conseguir que estos flujos pudieran desarrollarse de forma simultánea e independiente, en la búsqueda de una operativa rápida, cómoda, sencilla y segura. Y, además, ofreciendo una escala acorde a cada uno de ellos.
Un volumen blanco, ligero, se eleva sobre el gris del muelle, liberando la zona de rodadura y dando servicio al viajero en un gran espacio mirador que se enfrenta directamente con el mar y el horizonte; un lugar de transición desde donde se contempla el puerto, la ciudad, el océano, los buques atracados o el cielo.
Al situarse en un punto central, muy cercano a los ferries y fast ferries, éstos pasan a formar parte del edificio, conectándose mediante dos grandes brazos; dos pasarelas que también vuelan sobre el muelle, para llevar al pasajero a bordo mediante un sistema pionero, que permite más de 40 escalas a distintos niveles y longitudes de aproximación. La ubicación del edificio y las pasarelas permiten ampliar la operativa a otras dársenas en el mismo frente marítimo.
En la cota inferior, el acceso al edificio comienza en un patio ajardinado, donde una amplia y suave rampa eleva, a la vez que envuelve, entre materiales cálidos y vegetación autóctona. Aquí se produce un inmediato cambio de atmósfera respecto al puerto, una especie de oasis en medio de la explanada de hormigón y contenedores, que sirve de antesala al espacio diáfano del volumen superior.
En un contexto de muchas aristas se sitúa siempre en el centro el pasajero, ofreciéndole un recorrido donde las sensaciones se aproximan a lo que representa navegar y transportándolo, y no solo de forma física, hacia la partida o llegada.