España ha igualado el número de muertes por ahogamientos no intencionales en sus espacios acuáticos que en todo el año pasado, al registrarse, según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) que elabora la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, 260 fallecimientos, los mismos que se dieron a lo largo del conjunto de 2021.
El pasado año fue el que menos pérdidas de vidas humanas contabilizó en la serie histórica del INA, que comenzó en 2015, situándose por primera vez por debajo de las 300, aunque los registros de este 2022 hacen presagiar una nueva anualidad dramática, que situará el dato muy por encima de los 300 y que, conforme al análisis de las estadísticas de los años precedentes, no se descarta que esté, de nuevo, sobre las 400 muertes, como en cuatro de los siete años evaluados.
Hasta que en 2021 los 260 fallecimientos por ahogamientos en los espacios acuáticos españoles se registraron el 30 de diciembre, esa cifra siempre se había alcanzado en los meses de verano. La vez que más prematura fue se dio en 2017, en concreto el 18 de julio, año que más muertes se dieron en la serie histórica, con 481.
Las otras anualidades que antes se llegó a los 260 óbitos coinciden con los otros dos que mayor número de pérdidas de vidas humanas se cobraron los espacios acuáticos españoles, el 12 de agosto de 2019, en que se registraron 440 muertes, y el 26 de julio de 2016, año en que se contabilizaron 437 fallecimientos.
Los datos apuntan a que conforme se distancia del principio del año, menos fallecimientos se dan en conjunto. En 2015, en que también se superaron las 400 muertes, con 415, se produjo el 23 de agosto, mientras que en 2020, con 338 durante todo el año, se registró el 25 de agosto, y en 2018, con 373 óbitos, se dio el 3 de septiembre.
2020 fue un año anómalo a efectos estadísticos ya que en él se declaró la pandemia y pese a que las 260 muertes se alcanzaron en agosto, como dato de referencia como la menor cifra de ahogamientos mortales en los espacios acuáticos españoles en los últimos siete años, hay que tener en cuenta el período de confinamiento y las limitaciones en el uso de los espacios públicos que se produjeron tras su levantamiento.