Activistas de Greenpeace han protestado contra la guerra en Ucrania y han denunciado la relación entre los combustibles fósiles y la financiación y el desencadenamiento de conflictos, a bordo de varias embarcaciones, con las que los activistas han exhibido pancartas con los mensajes ‘El gas financia la guerra’ y ‘No a la guerra’ frente al buque Nikolái Urvántsey mientras descargaba gas ruso en el puerto de Bilbao.
Con esta acción, Greenpeace reitera que la única solución es el fin inmediato de la guerra y pide terminar con la dependencia del petróleo y el gas. Pasadas dos semanas del inicio de la invasión del ejército ruso contra Ucrania, Greenpeace reitera su rotunda condena hacia esta agresión militar, muestra su solidaridad con las víctimas civiles y aplaude las protestas pacíficas de activistas de todo el mundo contra la guerra.
Greenpeace reitera que la única solución es el fin inmediato de la guerra y pide terminar con la dependencia del petróleo y el gas
En un contexto de subida acelerada de precios del gas, el petróleo y la electricidad debido al recrudecimiento de la guerra, y como respuesta a la invasión de Ucrania, el pasado martes la Comisión Europea publicó su propuesta para reducir la dependencia de las importaciones de gas de Rusia. Hoy y mañana los jefes de gobierno europeos se reúnen en Versalles para discutir este plan. Greenpeace reclama a Europa un plan de abandono de los combustibles fósiles garantizando una transición justa hacia la independencia energética y un mejor futuro económico y laboral. Igualmente, recuerda que buscar nuevas fuentes de importación de gas, la inversión en nuevas infraestructuras gasísticas o los combustibles alternativos no solucionarán la vulnerabilidad de Europa ante las crisis energéticas y seguirán agravando la crisis climática.
Las elevadas tarifas de la electricidad, marcadas fundamentalmente por los altos precios del gas, ponen en situación de vulnerabilidad a millones de personas. Greenpeace reclama una reforma inmediata del mercado eléctrico para que los precios de las energías renovables, que son los más baratos, se vean reflejados en la factura. De la misma manera, se debe poner fin a las subvenciones a los combustibles fósiles y apoyar el derecho a la energía limpia mediante unas tarifas sociales efectivas, fomentando, al mismo tiempo, el cambio masivo de calderas de gas por sistemas renovables y la inversión generalizada en eficiencia energética de las viviendas.
En la misma línea, la organización ecologista rechaza cualquier pretensión de retomar proyectos como la regasificadora de El Musel, en Gijón, o la inversión en nuevas infraestructuras de gas, como el gasoducto conocido como MidCat, que pasaría por los Pirineos conectando Francia con España. Greenpeace pide al Gobierno que abandone su postura de invertir en nueva infraestructura para convertir España en el centro europeo del gas e invierta solo en energía renovable democrática y justa.
Greenpeace quiere resaltar e incidir en el hecho de que, bajo ninguna circunstancia, la energía nuclear podría ser una alternativa viable al gas, como está demostrando la propia guerra de Ucrania, ya que otra grave dimensión energética de este conflicto es el peligro nuclear. Greenpeace está siguiendo muy de cerca la amenaza que los combates están provocando para los 15 reactores nucleares que generan la mitad de la electricidad que consume Ucrania, además de la central nuclear de Chernóbyl que fue devastada por el catastrófico accidente de 1986.