A lo largo de la historia, muchas mujeres han luchado por conseguir un espacio destacado en un mundo que parecía ser dominado por los hombres. Muchos avances y costumbres han cambiado a lo largo de los años gracias a su esfuerzo que, de una forma u otra, ha marcado un antes y un después.
Para algunas de ellas, la historia ha reservado un lugar destacado por grandes aportaciones. Otras han abierto camino de una forma más anónima, pero igualmente definitiva. Es el caso de Antonia Salas Gilet, la primera mujer que ocupó un puesto de administrativa en la entonces Junta del Puerto de Palma, la institución germen de la Autoridad Portuaria de Baleares.
Coincidiendo con el Día de la Mujer, conversamos sobre esta mujer excepcional con su hija, Gabriela Tous, también antigua trabajadora del puerto de Palma. Gabriela recuerda el ambiente familiar que se respiraba entre los trabajadores, las fiestas con el resto de empleados de Obras Públicas, la vida en el puerto… En 1965 se trasladaron a vivir al muelle Vell, una época que recuerda maravillosa.
Corría el año 1940. Una joven Antonia trabaja en la empresa familiar, Casa Gilet, como profesora de mecanografía. Su trabajo ya era conocido: Sus escritos destacaban por la pulcritud y limpieza. Más aún: En 1933 había alcanzado el máximo de pulsaciones en el II Concurso de Mecanografía de Palma de Mallorca. Como era habitual en aquel tiempo, desde la Junta del Puerto pidieron una administrativa a Casa Gilet para apoyar un proyecto concreto. Poco tiempo después, se hizo imprescindible y le propusieron quedarse de manera estable. Así, en un tiempo en el que las únicas mujeres contratadas en las administraciones realizaban tareas de limpieza, en enero de 1945 Antonia se convierte en la primera funcionaria de carrera de la Junta del Puerto y, probablemente, una de las primeras de España, según ella tenía entendido. De hecho, en la Junta del Puerto habrían de pasar 20 años más para que se incorporara la segunda mujer como administrativa.
¿Y respecto a su madre? «Fue valiente, avanzada a su tiempo, pionera en muchos aspectos», recuerda Gabriela. La relación con los compañeros hombres fue espléndida, tanto que Gabriela les recuerda como una gran familia, como sus tíos: “Mi madre siempre se sintió bien en este ámbito”.
Eran tiempos difíciles para una mujer trabajadora, y mucho más para la conciliación: No se preveía baja por embarazo, y las mujeres, unos días después de parir, al haber obtenido el alta, debían reincorporarse a su puesto de trabajo.
En 1980, año en el que se jubilaba, recibió un reconocimiento por 40 años de trabajo de dedicación a la Administración pública. Pero seguro que la mayor satisfacción de Antonia Salas fue el orgullo que sentía y siente su familia por ella. Una mujer que hizo frente a los estereotipos y rompió barreras hasta lograr brillar en su profesión. Y, lo más importante, abrir camino.