Las especies marinas que viajan a bordo de los barcos de pesca, turismo, investigación que atraviesan el océano representa una amenaza para los ecosistemas de la Antártida, ya que pueden llegar especies invasoras desde casi cualquier lugar del mundo.Una nueva investigación realizada por la Universidad de Cambridge y el British Antarctic Survey, en Reino Unido, y publicada en la revista ‘PNAS’, ha rastreado los movimientos mundiales de todos los barcos que entran en aguas antárticas.
El estudio revela que la Antártida está conectada con todas las regiones del planeta a través de una extensa red de actividad naval. Los buques de pesca, turismo, investigación y abastecimiento están exponiendo a la Antártida a especies invasoras no autóctonas que amenazan la estabilidad de su ecosistema.
Los investigadores han identificado 1.581 puertos con enlaces a la Antártida y dicen que todos podrían ser una fuente potencial de especies no nativas. Las especies, incluidos mejillones, percebes, cangrejos y algas, se adhieren a los cascos de los barcos, en un proceso denominado «bioincrustación». El hallazgo sugiere que podrían llegar a aguas antárticas desde casi cualquier parte del mundo.
Los científicos reconocen estar especialmente preocupados por el desplazamiento de las especies de un polo a otro. Estas especies ya están adaptadas al frío y pueden hacer el viaje en barcos turísticos o de investigación que pasan el verano en el Ártico antes de cruzar el Atlántico para la temporada de verano antártica.
«Las especies que crecen en el casco de un barco están determinadas por el lugar donde ha estado. Descubrimos que los barcos de pesca que operan en aguas antárticas visitan una red bastante restringida de puertos, pero los barcos turísticos y de abastecimiento viajan por todo el mundo», explica Arlie McCarthy, investigadora del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y del British Antarctic Survey, y primera autora del informe.
Investigaciones anteriores han demostrado que las estadías más largas aumentan la probabilidad de que se introduzcan especies no nativas. Debido a su ubicación remota y aislada, hay muchos grupos de especies que la vida silvestre antártica no ha desarrollado la capacidad de tolerar. Los mejillones, por ejemplo, pueden crecer en los cascos de los barcos y actualmente no tienen competidores en la Antártida en caso de que se introduzcan accidentalmente. Los cangrejos de aguas poco profundas introducirían una nueva forma de depredación que los animales antárticos nunca antes habían encontrado.
El Océano Austral alrededor de la Antártida es el entorno marino más aislado de la Tierra. Alberga una mezcla única de vida vegetal y animal, y es la única región marina mundial sin ninguna especie invasora conocida. La creciente actividad naval en esta región está aumentando la amenaza de que se introduzcan accidentalmente especies no autóctonas.
Las grandes pesquerías de krill en los océanos del sur también podrían verse interrumpidas por la llegada de especies invasoras en los barcos. El krill es un componente importante del alimento para peces utilizado en la industria acuícola mundial, y el aceite de krill se vende ampliamente como suplemento dietético.
«Las medidas de bioseguridad para proteger la Antártida, como la limpieza de los cascos de los barcos, se centran actualmente en un pequeño grupo de puertos de entrada reconocidos. Con estos nuevos hallazgos, pedimos que se mejoren los protocolos de bioseguridad y las medidas de protección ambiental para proteger las aguas antárticas de las especies no autóctonas, sobre todo porque la temperatura de los océanos sigue aumentando debido al cambio climático», concluye el profesor Lloyd Peck, investigador del British Antarctic Survey, que también participó en el estudio.