Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, ha evaluado por primera vez y a una escala sin precedentes el impacto que la extensión de los hielos costeros antárticos tiene sobre la productividad marina.
Los investigadores Carlota Escutia y Francisco José Jiménez Espejo, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC-UGR), basaron su investigación en uno de los pozos recuperados durante la Expedición 318 del Programa Integrado de Perforación Oceánica (IODP, por sus siglas en inglés) en la Tierra de Adelia. Durante la Expedición, se perforaron 170 metros de sedimento marino totalmente laminado en dicho pozo.
El margen Antártico oriental en la zona de la Tierra de Adelia está caracterizado en la actualidad por una alta productividad primaria que sustenta una rica vida marina. Esta productividad es consecuencia del aporte de nutrientes procedente del frente de la banquisa de hielo —hielo flotante que cubre las regiones polares—, de las polinias de Dúmont d´Urville y Mertz y también por la corriente costera antártica.
La reducción de hielo en la Antártida aumentará la frecuencia estacional de fitoplancton en las costas
Las polinias son espacios abiertos de agua rodeados de hielo marino que desempeñan un papel muy importante en los ecosistemas y en la circulación oceánica global, al ser lugares de formación de aguas profundas, que se expanden por los fondos oceánicos de casi todo el planeta.
Las aguas de dehielo relativamente dulces, consecuencia del derretimiento del hielo marino estacional, fomentan grandes blooms de fitoplancton, —rápidos incrementos y proliferación de algas, diatomeas y otros organismos microscópicos en la superficie marina— que dan lugar a una estratificación de la columna de agua marina durante la primavera austral.
A su vez, la ruptura del hielo marino en este margen se asocia a los cambios en los vientos catabáticos y a la intensidad del viento zonal. La materia orgánica y los restos de estos blooms de fitoplancton se depositan rápidamente en el fondo marino, donde se conservan en el sedimento como láminas fácilmente identificables por su coloración.
Análisis del registro sedimentario
El registro sedimentario recuperado por los investigadores ha permitido determinar que, hace entre 11.400 y 4.500 años, los blooms de fitoplancton tenían una alta frecuencia, entre anual y bianual. A partir de esa fecha, fueron menos frecuentes, y ocurrían cada dos y siete años.
Este cambio en la frecuencia de los blooms se ha relacionado con la variación en los pulsos de aguas dulces y ricas en nutrientes procedentes del deshielo del casquete de la Antártida tras la última glaciación.
Hace unos 8.000 años, la última etapa retroceso glaciar había concluido y bajo la influencia de un clima más cálido, la banquisa de hielo tenía menos duración. El agua del deshielo de la banquisa causaba una estratificación estacional de las masas de agua que potenciaba la formación de blooms. A partir de 4.500 años, las temperaturas descendieron, y al aumentar la duración estacional de los hielos, tuvo lugar una reducción en la frecuencia de rotura de la banquisa, que conllevó que los episodios de estratificación marina fueran menos frecuentes y pasaran a ocurrir cada dos y siete años.