Los daños que producen las algas tóxicas aumentan al mismo tiempo que el consumo de marisco y el desarrollo de las zonas costeras. Esta es la principal conclusión de un estudio en el que se han examinado 9.500 floraciones nocivas de algas en todo el planeta durante 33 años.
La investigación, presentada este martes por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco, reunió a 109 expertos de 35 países, que crearon la primera base de referencia mundial para seguir los futuros cambios en la localización, la frecuencia y el impacto de las floraciones de algas nocivas (FAN).
Los casos de FAN que fueron estudiados crecieron entre 1985 y 2018 en América Central y Caribe, América del Sur, Mediterráneo y norte de Asia, aunque el mayor número de registros procedieron de Europa, destaca este estudio publicado en la revista Nature Communications Earth and Environment.
Los impactos más significativos de estas algas -a menudo venenosas- en seres humanos en este periodo se debieron a sustancias tóxicas en los mariscos (48 %); un elevado número de fitoplancton (43 %); y la mortalidad masiva de animales y plantas.
TODAS LAS REGIONES AFECTADAS. No obstante, todas las regiones geográficas se vieron afectadas por las floraciones de algas nocivas, aunque en proporciones variables. Por ejemplo, en Europa y el Mediterráneo las intoxicaciones diarreicas por el consumo de mariscos contaminados por estas algas fueron las más frecuentes, reflejaron los resultados del estudio.
Sin embargo, los científicos señalan que en la mayoría de las regiones analizadas los perjuicios se limitaron al cierre de áreas donde se recolectan mariscos y raramente a intoxicaciones humanas.
Al mismo tiempo, los investigadores descubrieron que la producción acuícola se multiplicó por 16, pasando de un total mundial de 11.35 millones de toneladas de alimentos marinos en 1985 a 178.5 millones de toneladas en 2018.
En ese sentido, los mayores aumentos se dieron en el sudeste asiático, en América del Sur y Caribe y América Central, frente a la estabilización percibida en América del Norte y Europa.
De los 3.800 envenenamientos por mariscos paralíticos en todo el mundo -la intoxicación más frecuente de las analizadas-, la mayoría se registró en Filipinas, pues depende en gran medida de la acuicultura para el consumo de su población.
El número de intoxicaciones por ciguatera -que rara vez es mortal pero afecta anualmente a entre 10.000 y 50.000 personas en todo el globo- disminuyó en Hawái y se mantuvo estable en Polinesia francesa y Caribe, pero constituye un nuevo fenómeno en Islas Canarias.
En términos económicos, las pérdidas registradas por la muerte de peces de piscifactoría a causa de las floraciones de algas nocivas fueron de 71 millones de dólares en Japón en 1972; 70 en Corea en 1995; 290 en China en 2012; y 100 en Noruega en 2019.
En 2016, un episodio de mortalidad del salmón en Chile causó una pérdida récord de 800 millones de dólares.
«Es previsible que la aparición de especies nocivas a lo largo del tiempo y su impacto humano cambie a nivel local, regional y mundial junto con los efectos que el clima, la hidrografía y la presión humana imponen al medio ambiente costero», afirma uno de los coautores de la investigación, Henrik Oksfeldt Enevoldsen.
A medida que la población humana siga creciendo a la vez que la demanda de recursos, «las FAN constituirán una grave amenaza para la seguridad de los alimentos marinos, un obstáculo para los usos recreativos del mar y un problema para el turismo», concluye este experto de la Universidad de Copenhague