Un año más, y va más de un lustro, buena parte del litoral del sur del país se ve cubierto por el alga invasora llegada desde Asia que cada vez cuenta con más espacio colonizado.
La Rugulopteryx okamurae no ha dejado de estar presente en estas aguas, principalmente del Estrecho de Gibraltar, donde comenzó a ser localizada desde el año 2015. Desde entonces, la preocupación ha ido creciendo de manera paralela a su expansión por las costas de Cádiz, Huelva o Málaga, donde viene provocando importantes contratiempos, principalmente para los ecosistemas naturales, derivando en graves problemas para la pesca o el turismo.
Aunque siempre están ahí y sólo desaparecen en pequeñas cantidades por la actuación de la Administración de turno o las corrientes que las arrastran hasta alejarse de la orilla, es en esta época, con la llegada del buen tiempo, cuando la ciudadanía lamenta su presencia en las playas. Sin ir más lejos, en las últimas semanas, con el aumento de las temperaturas, crece el número de usuarios, que se topan con grandes cantidades acumuladas en el mar y la arena, imposibilitando el primer chapuzón del año o dar un simple paseo.
En condiciones normales, estaríamos ante un periodo fructífero para el turismo, aunque la pandemia y las restricciones impuestas impiden la llegada de visitantes hasta la zona del sur del país, donde el alga invasora sigue haciendo estragos, dominando cada vez más espacios.
A todo esto, los expertos y conservacionistas siguen demandando soluciones para un grave problema medioambiental que ha podido verse relegado a un segundo plano, eclipsado por la crisis mundial derivada por la Covid-19.