Un grupo interdisciplinar de científicos españoles, que reúne biólogos y químicos de la Universidad de Sevilla, la de Huelva y la Autónoma de Madrid y del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía del CSIC en Cádiz, acaba de publicar los resultados de sus pioneras investigaciones centradas en el estudio de la gestión de puertos deportivos. El grupo de científicos, liderados por el catedrático de la US José Manuel Guerra García, ha estudiado con detalle los sedimentos de los puertos deportivos de Andalucía y ha propuesto un nuevo índice, el MEPI (Marinas Environmental Pollution Index) para cuantificar el grado de contaminación de estos puertos.
El número de puertos deportivos (marinas) se ha incrementado mucho durante los últimos años, tanto en España como en otros países mediterráneos y del resto del mundo. Se trata de ecosistemas muy modificados que tienen gran impacto sobre la biota marina. Por una parte modifican el hidrodinamismo de la zona, siendo ecosistemas más embolsados que tienden a concentrar los contaminantes (metales pesados, hidrocarburos, etc). Además, los barcos recreativos favorecen el transporte de especies invasoras que viajan de unas zonas a otras pegadas en los cascos de las embarcaciones.
“Es fundamental la regulación de estos puertos deportivos. Para ello, las administraciones necesitan que los científicos aportemos herramientas que les permitan gestionar estos ecosistemas de la mejor manera posible. Lo ideal es que intentemos construir puertos cada vez más sostenibles ambientalmente, y que, de alguna forma, se establezcan unos niveles de calidad ecológica mínimos que permitan discriminar aquellas marinas que se preocupan por controlar las condiciones ambientales para que sus aguas y sedimentos tengan mayor calidad de aquellas que no lo hacen”, explica el profesor Guerra.
En concreto, el índice MEPI se basa en parámetros como los hidrocarburos, metales pesados, coliformes fecales, nitrógeno, fósforo, azufre y biocidas como el Irgarol, que se utilizan como base en la fabricación de las pinturas antifouling usadas para evitar que se adhieran organismos a las embarcaciones de recreo. El índice MEPI ha sido elaborado utilizando recomendaciones de calidad de sedimento, tanto nacionales como internacionales, y valores de referencia e intervalos propuestos por las legislaciones de distintos países de todo el mundo. Junto con el nuevo índice, los autores han aplicado un método sencillo y completo de análisis ecológico para establecer la calidad de un puerto de una forma global e integrada, teniendo en cuenta tanto parámetros químicos como biológicos. Para ello han utilizado en sus modelos no sólo el MEPI, sino también valores de diversidad de organismos que viven en los sedimentos, índices bióticos que miden la calidad de esos fondos en base a esos organismos, e índices de contaminación biótica basados en el número y abundancia de especies invasoras. Así, se han estudiado comunidades de organismos del fondo, tanto de la macrofauna (los que son mayores de 0.5 mm e incluyen crustáceos, moluscos, gusanos anélidos y equinodermos fundamentalmente) como de la meiofauna (menores de 0.5 mm, fundamentalmente copépodos y nematodos).
“Estos pequeños animales que viven en los puertos son los mejores ‘chivatos’ de la calidad de esos puertos y por tanto el papel de los biólogos es crucial para entender el funcionamiento de estos ecosistemas. Según las especies que encontremos podemos saber si un puerto está más o menos contaminado”, añade este investigador.
El enfoque innovador del estudio ha permitido integrar tanto parámetros ambientales, donde el papel de los químicos ha sido clave, como parámetros biológicos en un modelo global. Según todos los indicadores utilizados, los investigadores han propuesto un sistema de puntuación total (basada en la suma de la puntuación parcial para cada uno de los parámetros) que permite establecer el status de calidad ecológica del puerto de acuerdo a una escala de fácil interpretación para las administraciones y acorde con las directivas europeas de calidad del agua. Según esta, se establecen niveles de calidad para cada puerto deportivo que se identifican con distintos colores, que van del rojo (muy mala calidad) hasta el azul (calidad excelente).
Gracias a este excelente trabajo, en el que participó también el investigador Alejandro Fernández-Romero, basado en el estudio de los puertos deportivos del litoral andaluz, están ya disponibles herramientas sencillas e integradoras de evaluación de la calidad ambiental para ser aplicadas en cualquier puerto deportivo del mundo. De esta forma, la información proporcionada puede ser muy relevante para, por ejemplo, otorgar distinciones, como la bandera azul, a determinadas marinas que cumplan los requisitos de calidad ambiental. En esta misma dirección, el Dr. Guerra realizó varios estudios durante su tesis doctoral con los que demostró que la creación de túneles o canales hidrodinámicos en los puertos, o diseños de puertos con doble entrada, como el del puerto de Ceuta, permiten mayor renovación del agua, incrementan los niveles de oxígeno y favorecen valores más altos de diversidad biológica.
“Hay que intentar lograr diseños ‘ecosostenibles’ que permitan minimizar el impacto negativo que conlleva la creación o remodelación de un puerto. En este sentido, tanto biólogos como químicos tienen mucho que aportar a los ingenieros para que tengan en cuenta los diseños más ecológicos y menos perjudiciales para la flora y fauna marinas en las obras de infraestructuras costeras”, concluye José Manuel Guerra. (UNIVERSIDAD DE SEVILLA).