El 2020 ha resultado un año para olvidar para el sector pesquero español, que ha padecido de primera mano la crisis sanitaria generada por la COVID-19, aunque, en el lado positivo, se ha demostrado la fortaleza de la flota nacional en estos tiempos tan difíciles, habida cuenta del descenso notable en la demanda de capturas por parte de la hostelería y la restauración.
Al margen de esta balance poco fructífero, el sector se prepara para vivir un 2021 marcado por la incertidumbre que genera la negociación de las capturas en Bruselas, saldada con uno de los acuerdos que ha contado con más detractores de los últimos que se recuerdan. Precisamente la pesca ha sido uno de los temas más escabrosos en la negociación abierta entre el Reino Unido y Europa, derivando en un pacto que rebaja las capturas en aguas ibéricas atlánticas para especies como la merluza (-5 %) o el lenguado (-20 %) y recorta el 7,5 % los días de faena de los barcos mediterráneos.
De cualquier modo, para la flota española, el resultado es un alivio a corto plazo, porque la reducción de cuotas de pesquerías compartidas con los británicos es inferior a los recortes que se barajaron. Para pescadores de otros países es catastrófico.
El compromiso establece un período de cinco años y medio, al final del cual ambas partes negociarán las capturas anualmente, decisión que genera inquietud a los armadores españoles.
RETOS PARA 2021. La pesca española inicia el nuevo con nuevas exigencias, como la revisión de la Ley de Pesca Marítima, que implicará una modificación de las sanciones. En paralelo, la UE negocia una actualización de la regulación sobre control pesquero, con medidas como la obligación de instalar cámaras de vídeo en los buques.
Las cuotas de atún rojo del Atlántico oriental y del Mediterráneo volverán a discutirse en la asamblea del organismo Iccat, suspendida este año por el coronavirus.
Asimismo, la Organización Mundial del Comercio proseguirá su negociación para regular las subvenciones a la pesca. (EFE AGRO).