CIRCE ha desarrollado, a lo largo del periodo 1996-2020, el estudio de calderones comunes más largo del mundo. Este seguimiento, aparte de poner en la mesa la estructura social de la especie, sus dietas, cuales son sus comportamientos migratorios, sus procesos ecológicos con el resto de las especies, ha permitido poner de relevancia los efectos de enfermedades en la población, posibles efectos del turismo ballenero, y datos sobre parámetros de historia natural. Este estudio, que nunca podría haberse desarrollado sin el apoyo de las Fundaciones Biodiversidad y Loro Parque, basa su experimentación en seguimientos de marcaje recaptura fotográfica. Estas fotografías, se compilan luego para realizar catálogos, que CIRCE tiene abiertos con licencias Creative commons, siendo el único grupo europeo que así lo tiene previsto, a través del programa CETIDMED.
En una primera parte del estudio, realizado hasta el año 2012, CIRCE, puso de relevancia que los efectos de la epidemia están directamente relacionados con los aspectos sociales de la población, con grupos sociales, o familias que pueden llegar al 40% de mortandad en su seno familiar, mientras que otros grupos sociales, que no tenían por tanto contacto con esas familias, no tenían mortandad ninguna. Todo dependería del grado de movimiento de la especie.
La segunda parte del estudio puso de relevancia las tasas de supervivencia de crías, juveniles y adultos, diferenciando entre hembras y machos. Queda de manifiesto que las crías, antes de los efectos de epidemias, tienen un 35% de probabilidades de morir en su primer año de vida. Mientras que su periodo como juvenil tiene un 17% de probabilidades de morir. Los adultos tienen, en época de no pandemia, y una probabilidad de morir del 0.4%, lo que se asemeja (en su época adulta) a la adulta humana.
Finalmente, se ha podido establecer que el 30% de calderones comunes habría muerto debido a una epidemia de morbillivirus, un virus que se transmite por aerosoles, responsable de la muerte de varios cetáceos, en los últimos años. Si bien nuevos nacimientos podrían estar equilibrando la población, es la primera vez que se puede medir a nivel mundial el efecto de una epidemia en una población de cetáceos en la naturaleza.
El coordinador del proyecto, el Dr Renaud de Stephanis piensa que “este estudio, pionero en el mundo, pone de manifiesto la importancia del seguimiento de poblaciones a largo plazo. Sin un seguimiento de 20 años nunca podríamos haber detectado dichas mortandades. Es la primera vez que se puede seguir tan a largo plazo una población de calderones comunes, y los aspectos de conservación son claros”. El responsable de catálogo de identificación fotográfica, estudiante de CIRCE, Javier Navarro recalca que “el Estrecho de Gibraltar vuelve a ponerse de manifiesto como uno de los sitios más importantes para la conservación del medio marino a nivel mundial.”
En este sentido cabe resaltar que los resultados de este programa serán incluidos en el programa MARXANCET, coordinado por CIRCE, y que tiene como objetivo el establecer una red de espacios protegidos para cetáceos, en el espacio comprendido entre Cabo de Palos y el Cabo Trafalgar. Este programa, incluido en el programa Pleamar de la Fundación Biodiversidad, está a su vez incluido en el Proyecto Life Intemares.