Un informe publicado por el Grupo Mediterráneo de Cambio Climático del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que recopila la información obtenida durante cerca de 30 años de campañas oceanográficas en el Mediterráneo, constata el aumento de la temperatura y la salinidad de sus aguas y alerta sobre los graves efectos que tendrá esta tendencia en los ecosistemas. Una de sus principales conclusiones es que la temperatura del agua en el Mediterráneo aumenta entre 0,3ºC y 2ºC cada 100 años.
Las variaciones de la temperatura y salinidad se han evaluado desde 1945 hasta 2016 en el caso de las aguas intermedias y profundas. Las aguas intermedias son aquellas que se extienden desde los 150 hasta los 600 metros de profundidad, y las aguas profundas son las que van desde los 600 metros de profundidad hasta el fondo del mar.
Según el informe, las aguas intermedias y profundas han aumentado su temperatura a un ritmo de entre 0,2 y 0,3ºC por cada 100 años. «Hay que señalar que un incremento de 0,3ºC sobre un periodo de 100 años puede parecer una cifra muy pequeña, sin embargo, se debe tener en cuenta que el volumen de agua que estamos considerando es muy grande, mucho mayor que el que corresponde a la capa superficial del mar (que en consecuencia se calienta más fácilmente), y su calentamiento requiere de una cantidad enorme de calor», alerta el IEO en el documento.
La capa más superficial del mar, que en el caso del Mediterráneo suele tomarse como la que se extiende desde la superficie hasta los 150 metros de profundidad, presenta «oscilaciones muy fuertes» debido al intercambio de calor y agua con la atmósfera y requiere un muestreo más intenso. Por este motivo se han utilizado los datos de temperaturas superficiales del mar medidas desde satélite.
En este caso, las series temporales se extienden desde 1982 hasta 2017. Estas series de temperatura muestran tendencias muy claras sobre cuatro zonas en las que se analizaron este tipo de datos: Alborán, Murcia, levante y Baleares, y Cataluña. Las tendencias en todos los casos están en torno a un aumento de 2ºC por cada 100 años.
En cuanto al nivel del mar, también se constató un aumento, según las mediciones realizadas por mareógrafos del IEO en Algeciras, Málaga y Palma de Mallorca, y por el mareógrafo de la estación de l’Estartit (ICM-CSIC). En el caso de Málaga, la serie de datos de nivel del mar se extiende desde 1944 a 2013 y muestra un ascenso de 0,7 mm/año.
El informe destaca que el ritmo al que aumenta el nivel del mar se ha incrementado a partir de principios de los años 1990. En la estación de l’Estartit, la serie de nivel del mar se extiende desde 1990 a 2017 y muestra un fuerte ascenso a un ritmo de 3,1 mm/año.
Asimismo, la salinidad aumentó en toda columna de agua a un ritmo de entre 0,1 y 0,3 ups/100 años (‘ups’ significa unidad práctica de salinidad y equivale a gramos de sal por cada kilogramo de agua).
El informe recoge que a lo largo del año, y en la mayor parte de las aguas mediterráneas, se distinguen dos periodos claramente diferenciados.
Un primer periodo que los investigadores denominan de mezcla de la columna de agua (las primeras decenas o centenas de metros, según los casos), en el que las frecuentes tormentas del otoño e invierno homogenizan la parte superior de la columna de agua, inyectando nutrientes en la capa superior bien iluminada donde se produce la fotosíntesis (capa fótica).
A partir de primavera, y sobre todo en verano, el calentamiento de las capas más superficiales del mar produce un contraste de densidad entre las aguas más calientes (ligeras) de la superficie, y las aguas profundas, más frías y densas. Los investigadores hablan en este caso de periodo estratificado.
Las máximas concentraciones de nutrientes en la capa más superficial, así como las mayores concentraciones de clorofila se observan durante el periodo de columna de agua mezclada, cuando las tormentas otoñales e invernales inyectan nutrientes en la capa fótica, produciendo una fuerte proliferación fitoplanctónica.
Aunque en la mayoría de las zonas analizadas, esta proliferación se produce en invierno o primavera, en algunos casos se adelanta al otoño, cuando empieza a aumentar la intensidad del viento y la frecuencia de las tormentas.
Según explica Manuel Vargas, físico del Centro Oceanográfico de Málaga del IEO y primer autor del informe, «las variaciones de temperatura y salinidad del Mediterráneo podrían alterar la intensidad y posición de sus corrientes». «El aumento de las temperaturas puede producir el desplazamiento de distintas especies marinas, cambiar las épocas de puesta o la duración de estos periodos dependiendo de cada especie».
Además, explica que la estratificación de las aguas, es decir, el contraste entre las aguas cálidas superficiales y las aguas profundas más frías, podría acentuarse como consecuencia del calentamiento del mar. «Este aumento de la estratificación conlleva una mayor dificultad para la mezcla que el viento realiza entre las aguas superficiales y aquellas que se encuentran por debajo de las mismas, produciendo un descenso del aporte de nutrientes a las capas superficiales bien iluminadas donde se produce la fotosíntesis, base de la cadena trófica y mecanismo productor de oxígeno que además ayuda al secuestro de CO2», añade.
Igualmente, advierte de que este aumento de la temperatura de las capas superficiales podría inhibir los procesos de convección, mediante los cuales las aguas superficiales se mezclan con las profundas hasta profundidades a las que no alcanza la acción del viento. «El descenso en la intensidad de estos procesos convectivos, o incluso su ausencia, podrían reducir drásticamente la oxigenación de las aguas profundas con consecuencias muy negativas para la fauna marina», avisa.
Para el estudio, los datos obtenidos dentro del marco de los diferentes programas de monitorización del IEO han sido complementados con datos procedentes de otras instituciones tales como la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) o de la estación oceanográfica y meteorológica de l’Estartit, operada por el Institut de Ciències del Mar (ICM/CSIC).
También se han obtenido datos de temperatura superficial del mar medida mediante radiómetros operados desde satélites de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Agency, USA), así como bases de datos internacionales como MEDAR/MEDATLAS (Mediterranean Data Archeology and Recue).