A medida que el plan de “desescalada” adoptado por el Gobierno avanza, va en aumento el número de usuarios que se deja ver por los paseos cercanos al litoral del Campo de Gibraltar.
Hace tan sólo dos semanas estaba prohibido transitar por estas zonas, dando paso luego a una mayor libertad en determinadas franjas horarias del día para practicar deporte y, ya por último, desde este pasado lunes, la apertura de locales de hostelería, como cafeterías, pubs o restaurantes, que poco a poco van dando el carácter de nueva normalidad a la situación.
Lo que desgraciadamente también ya parece hasta normal, a tenor de lo que presenciamos durante los últimos años, es la presencia masiva de algas en la arena de nuestras playas, de manera más acentuada en algunas como Los Lances, en Tarifa, o en la algecireña de Getares.
En esta última, durante este pasado fin de semana se agolpaban de manera exagerada entre restos de basura en una de las zonas más perjudicadas por la acción del mar, donde apenas si queda arena, ni se puede andar por culpa de la presencia de rocas y a la que ahora se ha unido, como inquilina, esta especie invasora.
Con las altas temperaturas de esos días, las hierbas marinas se secaban y pasaban a descomponerse, desprendiendo un fuerte y desagradable olor que dificultaba pasar cerca de la orilla de esa zona a la que los propios vecinos y usuarios dan prácticamente por perdida, ya que se antoja muy compleja la labor de recuperarla a su estado natural.
Lo que sí se incide en múltiples ocasiones, principalmente por parte de colectivos ecologistas, es en la declaración del Gobierno de la Rugulopteryx okamurae como especie invasora, lo que supondría un paso importante para iniciar nuevos procedimientos que ayudasen a buscar soluciones a un problema que está provocando daños devastadores en el entorno natural, la pesca y, por ende, del turismo y la economía del Campo de Gibraltar, además de otras partes de Andalucía como Cádiz, Huelva o Málaga.