Todo ha cambiado en apenas dos semanas en la estación marítima del puerto de Algeciras, sin duda, uno de los lugares más transitados del mundo que ve desfilar a diario a miles de pasajeros que buscan su barco para cruzar a la otra orilla del Estrecho: a Ceuta o Tánger Med.
La culpa, del coronavirus, que primero obligó al Reino de Marruecos a cerrar su fronteras marítimas, sólo operativas para carga, mientras que el Estado de Alarma decretado en España terminaría por asestar un golpe definitivo al tránsito habitual de personas y vehículos con las restricciones en el enlace con la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Las taquillas de las distintas navieras permanecen cerradas, al igual que la cafetería, el restaurante de la planta superior y hasta la pequeña tienda de comestibles de la entrada. Bancos, que habitualmente están ocupados por personas que esperan su hora para embarcar o de otras que incluso lo tienen como hogar durante días, vacíos…
Panorama dantesco, inusual, sin actividad, en silencio, que sólo se rompe junto a las parcelas también vacías de los preembarques para coches por los motores de los camiones o autocares que siguen llegando, aunque con menos asiduidad, al puerto de Algeciras, silenciado, sólo en parte, por un virus que se ha coronado en el mundo como el rey de una pandemia.