Las poblaciones de tiburones y rayas se estabilizan en el Mediterráneo occidental

Un estudio de la UIB y el IEO atribuye el fenómeno a la reducción del esfuerzo de la pesca de arrastre

Un estudio de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y el Centro Oceanográfico de Baleares (IEO) ha constatado la estabilidad de las poblaciones de tiburones y rayas durante los últimos 20 años por lo respecta al número de especies, su abundancia y biomasa.

Según ha informado la UIB en una nota de prensa, incluso se ha observado un aumento de la densidad de algunas de estas especies, peces condrictios.

Concretamente, los aumentos son de rayas que habitan principalmente en la plataforma continental, la pintarroja o ‘gató’ (‘Scyliorhinus canicula’) y la bocanegra o ‘moixina’ (‘Galeus melastomus’), dos tiburones de pequeño tamaño.

Con todo, se han detectado tendencias decrecientes en otras especies de aguas profundas, como el tiburón ‘Etmopterus spinax’ y la raya ‘Dipturus oxyrinchus.

El estudio atribuye esta «relativa estabilidad, e incluso recuperación» de algunas especies a la reducción del esfuerzo de la pesca de arrastre en la plataforma continental durante las últimas décadas. En particular, señala que podría ser consecuencia de la disminución del número de unidades de la flota y su desplazamiento hacia aguas profundas para la explotación de crustáceos decápodos de alto valor comercial, como la gamba roja y la cigala.

También atribuye el fenómeno a la capacidad de resiliencia que muestran estos tiburones de pequeño tamaño, más elevada que otras especies de condrictios. De hecho, en el caso de la pintarroja se ha detectado una disminución de su talla de primera madurez sexual, como respuesta evolutiva a la sobrepesca, que desde los años ochenta está afectando a las especies explotadas por la pesquería de arrastre en el Mediterráneo Occidental.

A pesar de que una respuesta de este tipo a la presión pesquera era conocida en otras especies, principalmente peces óseos de los océanos Atlántico y Pacífico, es la primera vez que se demuestra en una especie de condrictio del Mediterráneo.

Para este estudio se han utilizado datos procedentes de 3.158 estaciones realizadas durante el período 1994-2015, a profundidades entre 40 y 800 metros, a lo largo de la Península Ibérica y alrededor de Mallorca y Menorca.

Estos resultados han sido publicados en la revista ‘Scientific Reports’.

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