Verdemar Ecologistas en Acción quiere llamar la atención sobre la gran cantidad de residuos plásticos y colillas en las playas de la comarca del Campo de Gibraltar. Concretamente en la playa del Rinconcillo, en Algeciras, como se recoge en la imagen que ilustra esta información, captada este domingo y en la que, además de los microplásticos, se observa una cantidad importante de colillas en todo el frente.
Según Ecologistas en Acción las basuras marinas se componen eminentemente de nuestros residuos terrestres. Así todo, una vez entran en el medio marino, se distribuyen por todas las cuencas hasta llegar a sitios tan lejanos de sus fuentes de procedencia como los polos o los fondos oceánicos, tendiendo a acumularse en las zonas de giros oceánicos y zonas de menor energía hidrodinámica.
A medida que pasa el tiempo y bajo el efecto de la radiación solar y otros procesos químicos, físicos y biológicos, los plásticos pierden resistencia y se fragmentan en partículas sin sufrir necesariamente una alteración de su composición química. Es entonces cuando hablamos de microplásticos: pequeños fragmentos de plástico, por lo general de menos de cinco mm. Las interacciones que se producen entre estos materiales en el medio marino son diversas y complejas.
Los efectos más conocidos son los de las basuras marinas “grandes”, los macroplásticos, asociándose generalmente a animales muertos, debilitados o varados por consecuencias relacionadas con enmallamientos y atrapamientos, sofocación, o ingestión.
Pero el abanico de impactos es mucho más amplio y variado, habiendo algunos menos intuitivos a simple vista pero igualmente importantes. La persistencia de los plásticos en la naturaleza puede conducir a riesgos serios para el ser humano y la fauna salvaje, incluyendo la exposición a sustancias químicas, que bien están presentes en la composición de estos plásticos o bien han sido absorbidos en ellos en el medio marino.
Además, pueden facilitar la propagación de especies invasoras, siendo este último un problema especialmente amenazante para las regiones polares, como el ecosistema del Ártico, que a su vez es una de las áreas del planeta que más rápido se está calentando. En definitiva, la degradación de los ecosistemas debido a la abundancia de basuras marinas y microplásticos es evidente e innegable.
El camino hacia la sostenibilidad ha de orientarse, entre otras, hacia una economía del plástico más circular, reduciendo el uso de materias primas y disminuyendo la cantidad de residuos que generamos. En particular, es fundamental aumentar el reciclado de plásticos, y dado que el 40 % del plástico producido en Europa se destina a la producción de envases, la introducción de sistemas de depósito y retorno de envases (SDDR) es una medida imprescindible cuya eficacia está además demostrada.
Unido a lo anterior, debemos gestionar la dependencia que tenemos de este material omnipresente, y son opciones eficaces tanto la reducción del consumo de plástico de uso cotidiano, relegándolo sólo a aquellas aplicaciones en las que es realmente necesario, como la sustitución por otros materiales más sostenibles.