Un equipo formado por biólogos y oceanógrafos de la empresa Turmares y del Área de Ecología de la Universidad de Extremadura ha usado el análisis fractal – estructuras que se repiten a escalas diferentes en la cola de un pavo real, los meandros de un río, la ramificación de los árboles, la forma de las nubes… – para predecir el comportamiento espacial del cachalote en el Estrecho de Gibraltar. Usando los 307 avistamientos realizados desde barcos de la empresa Turmares por Ezequiel Andreu Cazalla y colaboradores durante 13 años, el profesor de la Universidad de Exteremadura Daniel Patón han construido modelos matemáticos que permiten entender el comportamiento espacial del cachalote, el mayor carnívoro de la tierra, y que muestra un comportamiento espacial claramente anisótropo prospectando las zonas más profundas del Estrecho (~600 m) en busca de su presa favorita: el calamar gigante (Architeuthis spp.).
Durante la primavera y el otoño se concentran en una zona muy definida del Estrecho y en verano se dispersan en una región más amplia. Siguen un patrón muy definido año tras año y entre inmersiones sucesivas prospectan unos dos kilómetros cuadrados de fondo marino. Su técnica de caza es única en el reino animal, ya que emiten unos clicks o sonidos muy cortos y multifrecuencias que actúan como sonar para localizar a sus presas.
Una vez localizadas, lanzan ondas sonoras altamente energéticas y en ráfagas muy rápidas (llamados creaks) a más de 200 dB. El efecto sobre los calamares es devastador, ya que mueren por el impacto del sonido y es entonces cuando son consumidos. El comportamiento trófico del cachalote es fundamental para el reciclado de nutrientes en los mares, ya que se alimentan en zonas profundas y defecan en la superficie marina.
De este modo, activan la fijación de carbono por las microalgas del fitoplancton, ya que devuelven a las zonas nerítica y epipelágica los oligoelementos que de otro modo se depositarían en las zonas abisales. Los resultados de este estudio permitirán adaptar el tráfico marítimoen el Estrecho de Gibraltar para evitar las colisiones de los barcos con los cachalotes cuando emergen, uno de los principales peligros para esta especie. (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA).