La Federación de Cofradías de Pescadores de Cádiz (Fecopesca) ha reclamado al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía la creación de una mesa de trabajo para abordar la proliferación del alga ‘Rugulopterix okamurae’, originaria de Asia, cuya extensión por la costa a lo largo de los últimos cuatro años califica de «catástrofe ambiental», porque «no vale esperar tanto tiempo a que declaren que es una especie invasora» para actuar y hay zonas como el entorno del Faro Camarinal donde los barcos tienen «imposible» faenar y «no capturan peces, capturan algas».
El secretario general de la federación, Nicolás Fernández, ha explicado que la planta ha eliminado el resto de la flora, y con ello ha desplazado la fauna marina. «El pescado no desaparece, lo que hace es moverse. Si un pez no tiene dónde esconderse, qué comer y las rocas están tupidas por una capa de alga, es imposible que esté», ha argumentado, antes de subrayar que la transformación del ecosistema «va a llevar a una transformación de costumbres», bien en la forma de pescar o en el género que se recoge.
Señalan que la planta ha eliminado el resto de la flora, y con ello ha desplazado la fauna marina
En cifras, ha apuntado que este verano diez embarcaciones de la flota de Barbate se han trasladado al puerto de Conil porque en dirección al levante la situación empeora, y que ya de hecho los pescadores de este último puerto tienen especies como la cherna o mero de profundidad (‘Epinephelus aeneus’) que «ni se pesca».
En la misma localidad, la que más se capturó con 137,66 toneladas en 2015, año en que se detectó por primera vez esta alga en Ceuta, fue el sable o pez cinto (‘Lepidopus caudatus’). En 2016, pasó a 110,46 toneladas; en 2017, a 174,88; en 2018, bajó a 51,57, y en los primeros siete meses de 2019, se han recogido 143 kilos, una caída del 99,72% respecto al total del año anterior y que no se prevé que remonte mucho.
Otro pescado cuya ausencia se ha hecho notar es el voraz o besugo de la pinta (‘Pagellus bogaraveo’), del que se consiguieron 21,88 toneladas en 2017. Al año siguiente, la cantidad bajó a 2,5 toneladas. En el actual, solo se han pescado 196 kilos, un hundimiento del 92,16%.
Fernández ha exigido una mesa de trabajo donde estén representados el Gobierno, la Junta, los ayuntamientos afectados, el sector y la comunidad científica, y ha aclarado que como representante del sector «no puedo estar dirigiendo un foco a una consejería», ya que «hay muchísimas responsabilidades y cada uno tiene que asumir la que le corresponde».
Incertidumbre ante las posibles soluciones
La Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (Faape) ha mostrado también su preocupación por la propagación del alga y ha lamentado que «en su momento no se tuvo en cuenta la capacidad que tiene de expandirse» porque quizás ahora sea tarde para acabar con ella. «No sabemos si verdaderamente esto se puede remediar», ha manifestado su presidente, Pedro Maza.
Maza ha expuesto que la «invasión» del alga fue detectada por primera vez por los pescadores que se dedican al trasmallo, un arte menor de pesca con red, pero hoy día «cada vez está afectando más en el medio», entorpece también al palangrillo, otro arte menor, en este caso con anzuelo, y puede extenderse al marisqueo.
Este ha sido el principal aspecto abordado por el presidente de Faape en una reunión el 28 de agosto con la consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía, Carmen Crespo, que espera que su declaración como especie invasora por parte del Gobierno se produzca antes de 2020.
Maza ha ahondado en que el alga no solamente afecta a la pesca, sino también al turismo, y que el sector se encuentra cuantificando ya en cantidades económicas el daño causado.