Tarifa está sufriendo de manera muy directa el grave perjuicio que supone contar en sus aguas con la presencia de la rugulopteryx okamurae, el alga de origen asiático que invade las costa de Cádiz, Huelva y Málaga y que desde hace unos cuatro años viene haciendo un terrible daño medioambiental.
Las cientos de familias del municipio que se dedican a la pesca lo vienen denunciando desde hace bastante tiempo y lo único que han conseguido hasta la fecha es que, al menos, se han avanzado las gestiones para que el Gobierno la pueda declarar especie invasora, un proceso éste que puede demorarse unos meses.
Mientras tanto, los barcos que a diario salen a faenar al Estrecho de Gibraltar se encuentran con que cada vez hay más roña y menos especies autóctonas, lo que, de manera directa, también se deja notar en su economía. Cada salida les cuesta el desgaste de pasar apenas una hora con las redes echadas para luego pasar el triple limpiándolas al llegar puerto, eso si, como en muchos casos, no se ven obligados a mandar el arte a la basura.
A este sector se viene uniendo durante los últimos tiempos como uno de los más damnificados, y con más razón este verano, la hostelería, que, aunque no con datos oficiales, sí estima que el descenso de sus ventas ha podido disminuir en torno al 30 por ciento, lo que, a fin de cuenta, afecta a la población, que tiene en estas dos actividades, pesca y turismo, buena parte de su economía.
Las playas están siendo tomadas por toneladas y toneladas de estas hierbas, que, cuando se secan, desprenden un olor insoportable, además de la mala imagen que deja de un municipio costero de referencia como el tarifeño que está sufriendo los estragos de esta invasión asiática en forma de alga.