La situación que vive la costa del Estrecho de Gibraltar con la Rugulopterix okamurae es similar a la que se sufre en otras zonas de la Tierra, como ocurre en el Caribe mexicano o las playas de Mississippi, que se han visto invadidas en los últimos meses por bacterias y algas nocivas, por lo que las autoridades han aconsejado a turistas y ciudadanos locales que no se bañen en ellas ni coman los mariscos de esa zona.
En este último caso, las primeras alertas por la presencia de algas de color verde azulado se emitieron el pasado 22 de junio en el condado de Hancock. En aquel momento, el Departamento de Calidad Ambiental advirtió que estas algas podrían causar erupciones en la piel, calambres estomacales, náuseas, diarreas y vómitos, tanto en animales como seres humanos.
Posteriormente, las algas se expandieron al condado de Harrison y continuaron su camino por el resto de las costas del estado. Dos semanas después del primer avistamiento, las 21 playas de la costa del Golfo de Mississippi habían sido cerradas, lo que ha provocado un duro golpe para la economía regional, que depende mucho del turismo.
En el Caribe, desde 2011, el sargazo estrangula algunas de las playas más queridas de México en cantidades cada vez más grandes, causando, no solo hedor y monstruosidad, sino también daños a los arrecifes de coral y a los ecosistemas marinos.
La península de Yucatán está particularmente expuesta, pero las algas han atascado las playas de todo el Caribe y Florida, creando una catástrofe más que preocupante, similar a la que actualmente sufre el litoral del Estrecho de Gibraltar, aunque cada vez se va expandiendo más por las costas gaditanas y malagueñas.