Investigadores, expertos, afectados y representantes de administraciones locales y colectivos ecologistas de la zona se han dado cita durante buena parte de la jornada de este lunes en una cita, celebrada en Tarifa, que ha servido como punto de encuentro para analizar la situación que padecen las costas andaluzas por la presencia de un alga invasora procedente de Asia.
La rugulopterix okamurae empezó siendo una leve amenaza para la zona del Estrecho de Gibraltar, pero su presencia se ha extendido hasta aguas de otras provincias andaluzas y hasta se tiene constancia de que ya está afectando al litoral portugués, por lo que el problema es «más grave del que podíamos pensar en un principio», según han coincidido en señalar la mayoría de los ponentes.
José Carlos García, biólogo y catedrático de la Universidad de Sevilla, centró una de las primeras exposiciones de la jornada, en la que habló del comportamiento de este alga, que ha desplazado a especies locales. «Yo confiaba en que actuaran esos dos cortafuegos, Tarifa y Gibraltar, pero ya se han visto rebasadas totalmente, ya han pasado Trafalgar, es decir, que se ha convertido en un problema que excede de los ayuntamientos locales y hasta de la Junta de Andalucía. Las administraciones tienen que aunar esfuerzos porque esto no acaba más que empezar y por mucho que se destine partidas a limpiar las playas, el problema sigue estando en el fondo, que están literalmente alfombrados por esta especie», explicó.
Uno de los sectores más perjudicados es el de la pesca, ya que, desde hace más de seis años, los barcos que salen a faenar en la zona se están encontrando con estas hierbas marinas que, no sólo se mezclan con sus redes, sino que dificultan la captura de especies habituales.
Gregorio Linde, pescador local, también dio su visión en representación de todos los que, como él y su familia, han vivido siempre de esta actividad y ahora «con escasos recursos y sin ayuda de las administraciones, que no se preocupan de por qué no salimos a faenar ni en buscar soluciones a este problema con las algas. Hay culpables y tienen que entender que somos familias enteras las que estamos padeciendo estas dificultades y que no tenemos ni para comer», lamentó.
La cita contó con un parón para un almuerzo – convivencia, para reanudarse por la tarde con la participación de más ponentes y una mesa redonda, a modo de conclusión, en la que se pudieron conocer distintos puntos de vista y todos con un denominador común: la preocupación que sigue provocando la rugulopterix okamurae y la difícil solución que tiene… si es que la tiene.