En 1988, hace 31 años, Japón se adhirió a los acuerdos de la Comisión Ballenera Internacional y suspendió la captura de estos cetáceos con fines comerciales (adoptada por los países miembros de este organismo en 1982).
La suspensión, no obstante, era meramente teórica puesto que diversos barcos japoneses han seguido capturando ballenas con la excusa oficial de supuestas “finalidades científicas”. En las últimas campañas científicas, Japón llegó a cazar más de 300 ejemplares al año.
La flota capturará 227 ballenas con fines comerciales
El verano pasado, las autoridades japonesas volvieron a reclamar -como habían hecho en los años anteriores- a la Comisión Ballenera la autorización oficial para la caza comercial y, ante una nueva negativa, confirmaron su retirada de este organismo internacional, efectiva desde enero de este año.
En este nuevo marco, cinco embarcaciones han zarpado este lunes del puerto de la ciudad nipona de Shimonoseki en el marco de la reanudación de la caza comercial de ballenas por parte del Gobierno japonés tras 30 años de suspensión, una decisión que ha suscitado numerosas críticas.
Para retomar la caza comercial de ballenas, Tokio ha establecido una cuota de 227 cetáceos hasta finales del año, según ha informado el Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca (MAFF, por sus siglas en inglés).
Los balleneros japoneses podrán cazar en las aguas territoriales y en la zona económica exclusiva de Japón 52 rorcuales aliblancos o Minke (Balaenoptera acutorostrata), 150 rorcuales de Bryde (Balaenoptera brydei) y 25 rorcuales boreales (Balaenoptera borealis).
El consumo de la carne de ballena en Japón se redujo de unas 233.000 toneladas anules en 1962 (el equivalente de unos 2,4 kilos per cápita) a unas 5.000 toneladas en los años recientes, según las estadísticas oficiales. A lo largo del pasado año, los balleneros japoneses cazaron 637 animales, supuestamente con fines de investigación científica.