La representación francesa ha presentado a la Organización Marítima Internacional (OMI) una propuesta para que se establezca urgentemente un límite de velocidad global en el transporte marítimo para reducir así sus emisiones de CO2, aunque no ha especificado cual debe ser este límite, para promover un debate abierto con los demás Estados sobre dicho asunto.
Francia considera que este sector debe actuar con mayor celeridad que la establecida hasta ahora en el calendario de objetivos de la OMI para desarrollar unas normas para la descarbonización del sector a partir de 2023.
Según dicha propuesta, la reducción de la velocidad funcionaría como una “excelente medida temprana y de transición” para la mayoría de los sectores navieros, aunque se trataría de una medida temporal hasta que se desarrollen tecnologías de propulsión sin emisiones de carbono. Se admite que el límite sería inviable para ciertos buques y cargas, ya que los buques de pasajeros o los que transporten mercancías perecederas se verían obligados a mantener velocidades más elevadas.
El segundo paso para la reducción de emisiones que propone el país consiste sustituir los objetivos globales de emisiones por una normativa basada en la velocidad, que afecte a toda la flota mercante y que recompense la innovación. Esto permitiría reducir, según sus cálculos, un 40% las emisiones para 2030 y un 70% para 2050.
El consumo de combustible aumenta de forma desproporcionada con la velocidad, aunque sería más sencillo implementar esta medida con los graneleros. Además, sería relativamente sencillo controlar su cumplimiento, según apuntan algunos actores de la industria que la respaldan.
No obstante, conviene resaltar que su aplicación exigiría el uso de más embarcaciones para cubrir las necesidades de la cadena de suministro, lo que inevitablemente contribuiría a un incremento de las tasas.