Expertos de la Universidad de Huelva han realizado un estudio sobre el patrimonio cultural pesquero de Isla Cristina, como primer paso hacia su protección como bien cultural y de desarrollo.
La fundación de la ciudad se remonta al siglo XVIII como núcleo de producción de salazones. Estos orígenes, y el que actualmente sea el mayor puerto de Andalucía (con casi 400 barcos dedicados a esta actividad, que genera unos 30 millones de euros al año), motivan el estudio realizado por Celeste Jiménez de Madariaga, profesora de Antropología Social del Departamento de Historia, Geografía y Antropología, y Juan José García del Hoyo, del Departamento de Economía de la UHU.
«Isla Cristina es una población que nace por la actividad conservera y salazonera, algo infrecuente en Andalucía y España. La razón de ser y existir de Isla Cristina es la pesca. Además, en la actualidad es el puerto pesquero más importante de Andalucía, el que tiene mayor número de barcos y subasta mayor número de pescado», explica Celeste Jiménez de Madariaga, según informa un comunicado de la Fundación Descubre.
Como otras poblaciones pesqueras, Isla Cristina «se ha tenido que adaptar a la crisis de la pesca. Pero, a diferencia de otros lugares, en Isla Cristina no se ha experimentado un cambio radical hacia un turismo de masas, manteniendo su identidad pesquera», puntualiza Juan José García del Hoyo.
Según sus datos publicados en el estudio ‘Enhancing of the cultural fishing heritage and the development of tourism: A case study in Isla Cristina (Spain)’ y publicado en la revista Ocean and Coastal Management, la pesca representaba el cinco por ciento del PIB de Andalucía hace dos décadas, mientras que en la actualidad apenas llega al 0,3 por ciento.
Esto ha influido notablemente en el empleo de localidades como Isla Cristina, donde la tasa de paro ronda el 30 por ciento cuando en la provincia de Huelva es del 22 por ciento, así como en su actividad social y cultural. Con la crisis del sector aumenta el riesgo de pérdida del patrimonio pesquero. «En el año 2000 se construyó el último barco de madera en Huelva. Se han abandonado muchas fábricas e inmuebles, y, lo que es menos recuperable, los saberes en torno a la pesca», resume el investigador de la onubense.
PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO PESQUERO
Las acciones propuestas por el estudio para proteger el patrimonio pesquero pasan por identificar, en primer lugar, los elementos que lo componen. Así, entre el patrimonio material se encuentran inmuebles como las fábricas de conservas y salazones (que en los años 60 alcanzaban los 80 inmuebles, reduciéndose a solo 6 una década más tarde), instalaciones portuarias, la lonja, los astilleros y varaderos.
También es importante la protección del patrimonio mueble como los propios barcos, entre los que se encuentran los tradicionales de madera, casi desaparecidos (jábegas, faluchos), o útiles de pesca como redes, nasas y alcatruces, entre otros. Igualmente relevante es el patrimonio inmaterial, «conocimientos, técnicas y creencias que se trasmiten de generación en generación y constituyen las bases de la cotidianidad isleña», sostiene Jiménez de Madariaga.
Una vez identificado el patrimonio pesquero, el estudio contempla las posibilidades de darle a la pesca un valor añadido mediante el turismo. «Cualquier contribución dirigida a incrementar los ingresos de los pescadores facilita ralentizar la carrera competitiva por hacerse por los recursos, ayudando a conseguir el objetivo básico de la explotación sostenible. No se trataría de pescar más, sino de pescar mejor», resume García del Hoyo.
El trabajo identifica también actividades turísticas que ya se desarrollan con éxito en la zona: visitas a lonjas con degustaciones, rutas teatralizadas por calles, muelles, varaderos o salinas, y visitas a fábricas de salazones y conservas en Isla Cristina, Punta Umbría o Ayamonte.
EL TURISMO COMO ALICIENTE
«El turismo puede ser un aliciente para mantener gran parte de ese patrimonio pesquero que, de otra manera, desaparecería por completo», resume el investigador onubense. Para ello es necesario mantener dicho patrimonio, tanto el material (rehabilitando bienes inmuebles para otros usos, así como objetos y utensilios de pesca) como inmaterial, ámbito donde el estudio reconoce el papel de las mujeres como «guardianas» del conocimiento.
Es este patrimonio inmaterial «el más proclive a desaparecer y el menos protegido institucionalmente». Por ejemplo, en Andalucía, solo la carpintería de ribera de Coria del Río (Sevilla) y de Pedregalejo (Málaga) aparecen como «actividades de interés etnológico» en el Catálogo de Patrimonio Histórico Andaluz. Asimismo, a nivel internacional, sólo seis actividades relacionadas con la pesca se incluyen en el listado de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
«Existe patrimonio cultural en Isla Cristina y en otras localidades pesqueras andaluzas que podrían ser incluidos en este Catálogo, pero parece que las administraciones públicas se interesan más por otras modalidades de patrimonio como el artístico, arquitectónico o arqueológico», reflexiona Jiménez de Madariaga.
No obstante, se han desarrollado iniciativas en este sentido como el registro de algunas actividades pesqueras en el Atlas de Patrimonio Inmaterial realizado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Sin embargo, «más allá del registro de estos bienes culturales, se necesita una acción directa para su mantenimiento y la recuperación», concluye el estudio.