En todo el mundo se cargan, transportan y descargan más de 600 millones de contenedores que suelen tratarse con sustancias químicas que eliminan las plagas antes del envío. El control de plagas se realiza para proteger la mercancía durante el dilatado tiempo de transporte y evitar así la propagación de organismos no deseados. Las sustancias químicas utilizadas son tóxicas, no solo para las especies a controlar, sino también para los seres humanos.
Los fumigantes suelen aplicarse en forma de gas a los contenedores (principalmente, bromuro de metilo y la fosfina) de los que al llegar a destino pueden quedar residuos que pueden representar un riesgo para los trabajadores que abren y descargan los contenedores, ya que rara vez se etiquetan con advertencias que informen de que han sido fumigados, aun cuando la normativa internacional así lo indica.
Se han registrado varios incidentes en los que los trabajadores se han expuesto a dichas sustancias químicas residuales de la fumigación y han sufrido efectos adversos
Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, se han registrado varios incidentes en los que los trabajadores se han expuesto a dichas sustancias químicas residuales de la fumigación y han sufrido efectos adversos en su salud, algunos de ellos graves. Sigue existiendo poca documentación que muestre el alcance y la gravedad del problema, probablemente porque no se ha publicado información sobre los incidentes acontecidos.
Existen varias indicaciones de que los riesgos para la salud relacionados con la apertura y la descarga de los contenedores de carga fumigados se han subestimado, probablemente debido a la falta de documentación sistemática de incidentes relacionados con efectos perjudiciales para la salud.
El hecho de que los contenedores fumigados casi nunca se etiqueten supone un problema importante, así como el hecho de que las prácticas actuales a la hora de abrir y descargar estos contenedores no sigan procedimientos seguros basados en evaluaciones de riesgos adecuadas. El organismo europeo considera que deben adoptarse medidas para aplicar la normativa pertinente en relación con el etiquetado. Se trata de un problema colectivo ante el que deben actuar autoridades nacionales, transportistas, armadores, organizaciones de trabajadores y puertos. Es necesario que los puertos europeos adopten un enfoque uniforme para evitar la competencia a costa de la salud y la seguridad.
Además, un informe de este organismo refleja que no se deben abrir los contenedores hasta que la evaluación de riesgos indique que es seguro hacerlo, tras analizar los documentos de transporte o tras aprobar las mediciones realizadas en la atmósfera del contenedor, en su caso, una vez efectuada la suficiente ventilación.
También debe establecerse un procedimiento de seguimiento y control normalizado para los contenedores que llegan a los puertos europeos; la tecnología de medición debe poder identificar al menos los dos fumigantes anteriormente mencionados con la sensibilidad suficiente para detectar niveles de, al menos, 1/10 del límite de exposición profesional.
El peligro que representan los contenedores fumigados para quienes los manipulan, lleva a recomendar que, ante la posibilidad de que esos fumigantes puedan introducirse en el cuerpo por inhalación y por absorción a través de la piel tras la exposición cutánea, el trabajador emplee un equipo de protección individual (EPI) con respiradores, guantes, traje, botas y gafas de seguridad, pero debe ser una opción, sólo cuando las demás medidas preventivas no resultan.