Los pescadores de la Unión Europea ya no pueden lanzar al mar las capturas no deseadas. Se trata de un punto de inflexión en la normativa comunitaria que ha entrado en vigor el 1 de enero. El objetivo es que la pesca sea más sostenible. La mayoría de los peces que se vuelven a lanzar al mar acaban muertos y suponen un cuarto de las capturas en todo el mundo, cerca de treinta millones de toneladas. En Europa, los pescadores tiran por la borda los ejemplares que superan las cuotas para ciertas especies algo que está dañando el ecosistema marino.
Los barcos de pesca están obligados a informar y llevar al puerto todas las especies controladas que han caído en sus redes. Las capturas accidentales se incluyen en las cuotas, algo que los críticos de la nueva legislación creen que podría forzar a los barcos a paralizar su actividad tras traspasar los límites para algunas especies que no quieran. Para minimizar ese riesgo, se están adoptando herramientas innovadoras que hacen la pesca más selectiva.
La obligación de desembarco, introducida por los estados miembros comunitarios de forma gradual en los últimos años, supone una continuación de los esfuerzos de la Unión Europea para que el sector pesquero sea más sostenible. La medida ya ha logrado resultados en las poblaciones marinas del norte del continente sobreexplotadas hasta hace no mucho.
La política común pesquera está dirigida a acabar con la sobrepesca y recuperar las reservas en aguas comunitarias hasta niveles sostenibles.