Unos 300.000 kilómetros de aguas de la Patagonia (Argentina) se podría proteger al menos un 20 por ciento de las poblaciones de aves marinas y de los hábitats en los que residen, según un nuevo método para identificar áreas marinas de protección prioritaria.
El estudio, liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Barcelona, idea un nuevo método multidisciplinar para identificar áreas marinas de protección prioritaria.
El trabajo, publicado en la revista Conservation Biology, toma como modelo de estudio la patagonia argentina, considerada por los científicos una de las zonas más ricas en biodiversidad.
Los investigadores tuvieron en cuenta la distribución en el mar de las 14 especies de aves que nidifican en la costa patagónica, las ‘Áreas Importantes para la Conservación de las Aves’ ya establecidas y la distribución espacial de las principales artes de pesca que operan en la zona, según aporta Global Fishing Watch.
A través de este estudio, los investigadores obtuvieron que con la protección de 300.000 kilómetros cuadrados de aguas patagónicas se podría proteger al menos un 20 por ciento de las poblaciones de aves marinas y de los hábitats en los que residen.
Los océanos ocupan más del 70 por ciento de la superficie del planeta y aloja la mayor parte de su biodiversidad. Sin embargo, la autora del trabajo, Isabel afán, de la Estación Biológica del CSIC, ha destacado que apenas un 3 por ciento de su superficie está protegido, lo que representa unos niveles de protección muy inferiores a los conseguidos para el medio terrestre.
La protección de zonas marinas es complicada, según los autores, por el dinamismo que presentan las áreas marinas abiertas y por la necesidad de compatibilizarlo con las actividades socioeconómicas como la pesca. Precisamente, este estudio ha sido uno de los primeros en incorporar ese dinamismo en el diseño de las zonas de protección.
Afán ha explicado que si se tiene en cuenta el sistema de corrientes marinas de la zona, existen otras áreas conectadas con las zonas a proteger que pueden producir alteraciones en ellas y que también son importantes de cara a la protección. «Por ejemplo, si se produce un vertido es importante conocer qué zonas pueden hacer llegar los productos de riesgo a las áreas protegidas y así establecer también sobre ellas alguna medida de gestión», ha añadido.
Por su parte, el investigador de la Universidad de Barcelona Francisco Ramírez ha añadido que ese dinamismo, así como la continua adquisición de nuevos datos sobre abundancia y distribución de los componentes y las amenazas de la biodiversidad marina, hace que para lograr una correcta conservación, sea necesaria una revisión periódica de las áreas marinas propuestas.
«Se trata de un proceso dinámico y adaptativo donde debemos integrar a todas las partes interesadas, desde los pescadores a las entidades conservacionistas», ha concluido.