El lugar elegido por la multinacional ha sido las islas Orkney, en el norte de Escocia. Allí, Microsoft instaló un centro de datos en el fondo del mar, como parte de un proyecto experimental que busca aumentar la eficiencia energética y usar energías renovables para entregar servicios en la nube a las ciudades costeras.
Se trata de una estructura cilíndrica del tamaño de un container comercial de carga, con 864 servidores en su interior y con un sistema de refrigeración que aprovecha las frías aguas del mar.
Para su construcción se adaptó un proceso usado para refrigerar submarinos: el agua de mar ingresa al centro de datos, atraviesa los 12 bastidores en los que están los servidores y luego vuelve al océano.
Este sistema de enfriamiento permite ahorrar la energía eléctrica que suele usarse para refrigeración y que significa una buena parte del consumo energético (y del costo) de los centros de datos.
De hecho, este centro en particular funciona con energía solar, eólica y mareomotriz, y forma parte del Proyecto Natick, que busca potenciar el uso de energías renovables.