Dos estudios del Grupo de Investigación ‘Applied Economics & Management’, con sede en la Universidad de Sevilla (US), definen las tendencias del turismo de cruceros, incluyendo las amenazas para el turismo convencional y su potencialidad para el turismo sevillano.
Barcelona se ha convertido en el puerto más importante del mundo del turismo de cruceros fuera de su mercado original, el Caribe. Sirve de base este año a algunos de los más modernos mega buques, como el Symphony of the Sea de Royal Caribbean, o el nuevo buque insignia de la principal naviera de cruceros del mundo, el Carnival Horizon.
En este contexto, han surgido estos dos estudios, que analizan las principales tendencias de este importante segmento turístico. Estos trabajos han sido financiados, en convocatoria competitiva, por el Ministerio de Economía y Competitividad. Los autores de los mismos son los investigadores José Ignacio Castillo Manzano, Lourdes López-Valpuesta y Mercedes Castro-Nuño.
Según el profesor Castillo, «nuestras estimaciones, a partir de las valoraciones de 105.000 cruceristas, demuestran que el gigantismo de los buques está creando una nueva experiencia, pero también que dicha experiencia, masificada, es menos satisfactoria que la que proporcionan los buques tradicionales».
Para el investigador, las mejoras e innovaciones productivas en los astilleros, que han llevado al gigantismo de los buques, han obligado a las navieras a buscar un modelo de ocio con el que rellenar la abundante oferta de espacio de estas nuevas ciudades flotantes. En muchos de estos barcos, se ha abandonado el modelo de lujo clásico, «como de falsa primera clase del Titanic» para copiar, con bastante precisión, el modelo de parque temático familiar de los grandes Resorts Casinos de Las Vegas.
Por ello, según la profesora Castro-Nuño, la mayoría de las navieras ya no se centran en el mercado de pasajeros de edad avanzada y renta alta, junto a novios en viaje de boda, sino que buscan favorecer un turismo de masas familiar de clase media.
Además, para la profesora López-Valpuesta, en los mega cruceros existen multitud de similitudes con los resorts de Las Vegas que van más allá de la existencia de un casino: se abandona el tradicional código de vestimenta formal por uno claramente informal, incluso en navieras premium; los barcos han multiplicado la oferta de tiendas y, sobre todo, las gastronómicas, compitiendo las navieras, igual que los resorts-casinos, por tener el buffet más exuberante.
Del mismo modo, señala que el turista disfruta de espectáculos similares, desde los estilo Cirque du Soleil hasta los mismos ilusionistas y cantantes, así como de grandes instalaciones de entretenimiento relacionadas con el agua, desde piscinas, hasta réplicas en alta mar de las famosas fuentes de agua del Hotel Bellagio de las Vegas.
Por este motivo, ambos modelos turísticos comparten un mismo modelo de negocio basado, tras un proceso de concentración empresarial, en un oligopolio, donde unas pocas empresas, con un sistema de precios dinámico, muy cambiante en el tiempo, realizan ofertas muy agresivas.
Con ello buscan maximizar la ocupación de los grandes resorts/barcos, para posteriormente intentar «exprimir» a un cliente cautivo en sus instalaciones, ya sea por las altas temperaturas diurnas de Las Vegas como por el mar en el caso de los cruceros. Por todo ello, no debe extrañar que las mismas corporaciones, como Apollo Global Management o the Genting Group sean dueñas tanto de los principales Resorts de las Vegas como de navieras de cruceros
Además, para el profesor Castillo, la expansión imparable de este segmento, con cerca de 28 millones de turistas/cruceristas en 2017, obliga a una reflexión más profunda, ya que el crucero rompe con el axioma del sector turístico de que la mayoría de los impactos económicos positivos generalmente se producen en el destino visitado.
«Incluso los tradicionalmente denostados resorts de ‘Todo Incluido’ de playa generan casi todo su empleo en el destino donde están ubicados, desde trabajadores a proveedores, y contribuyen al sostenimiento del estado del bienestar con la recaudación de todo tipo de impuestos. En cambio, los cruceros, independientemente de donde atraquen, sólo se suelen relacionar de forma marginal con los proveedores locales, y el empleo directo suele estar concentrado en países del sudeste asiático, de donde procede una parte significativa de sus tripulaciones. El impacto positivo se reduce, salvo que el puerto sea de embarque/desembarque, como Barcelona, al gasto de las excursiones en tierra. Un gasto cada vez más matizado, por la propia oferta de tiendas y restauración del mega crucero», añade.
En todo caso, según el profesor Castillo, ningún destino turístico se puede permitir quedar fuera de esta expansión, aunque se debe buscar la forma de aumentar el retorno social y económico en el destino. (Europa Press)