Las III Jornadas de Historia de Tarifa ha contado con un protagonista claro, Sebastián `Chan´ Trujillo Martínez, que antes de su inminente jubilación ha recibido el calor y el reconocimiento de su gente tras firmar toda una vida vinculada al patrimonio del municipio.
Desde su misma infancia, en su casa familiar de la popular “Bajada del Macho” hasta la época adulta desarrolló una extraordinaria avidez hacia la investigación histórica sobre Tarifa. Tanto es así que comenzó su trayectoria autodidacta siendo adulto pero llegando pronto a un gran conocimiento del medievo en esta zona de la península. Conoce el Castillo de Guzmán el Bueno mejor que ningún otro tarifeño o especialista y esto también ha sido subrayado en el transcurso del homenaje.
La presentación de Sebastián Trujillo ha corrido a cargo de la organización de las jornadas, es decir, de Antonio Meléndez y Candelaria Muñoz (Asociación Tarifa Siglo XXI, promotora de las conferencias). Meléndez recordó a la figura de Chan Trujillo cuando desempeñó labores de voluntariado en Cruz Roja, pero también como operario municipal en el cine Alameda y, más tarde ya, dentro de la alcazaba desempeñando laborales de responsabilidad en el monumento. En esta etapa laboral última, Trujillo Martínez ha tenido el privilegio de participar en excavaciones arqueológicas determinantes para el conocimiento exhaustivo de la Historia.
Él mismo ha querido recordar a profesionales con los que ha compartido su tiempo, tales como Alejandro Pérez-Malumbres, Raquel Utrera, Juan Álvarez y el historiador Carlos Gómez de Avellaneda. Tampoco se olvidan sus participaciones en asociaciones como las de Tingentera, Mellaria y Baluarte, ni sus intervenciones en publicaciones como Aljaranda, máximo exponente de la investigación sobre temas tarifeños.
Antes de entregar la placa por parte de la Asociación Tarifa Siglo XXI, Candelaria Muñoz ha concluido con una rotunda afirmación: “…porque los tarifeños no entendemos el Castillo sin él”. El auditorio ha roto en aplausos, mientras que él, embargado de emoción, pudo tragar saliva para recordar aquello de “mi querido castillo, lo llevo dentro de mi alma”.