Como promotora de la Mesa de la Almadraba, la Diputación de Cádiz había convocado para el próximo viernes a los miembros de esta plataforma. La reunión ha debido cancelarse al coincidir con un encuentro fijado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente emplazando al sector. A tenor de esta coincidencia Irene García, presidenta del ente provincial, ha querido manifestar el respaldo a una actividad indispensable para el conjunto de Cádiz. Además, con la Mesa de la Almadraba se ha logrado unificar en una voz todos los actores que convergen en esta pesquería: a las empresas que operan en las almadrabas de Barbate, Zahara de los Atunes, Conil y Tarifa; a los Ayuntamientos; grupos políticos representados en Diputación; Junta de Andalucía; comités de empresa…
Las restricciones en el volumen de capturas se empezaron a aplicar en el año 2006, a tenor del peligro que corría la especie. La pesca masiva, y sin control de tallas, por parte de cerqueros industriales del Mediterráneo había diezmado el stock. Sin embargo, las limitaciones fueron generalizadas: las almadrabas de la provincia de Cádiz pasaron de las más de 1.400 toneladas capturadas, a unas escasas 656 en el año 2014. Se vivieron años de pura pervivencia sin apenas margen de beneficios y con la obligación de recurrir al fondo estatal de maniobra y la compra de cuota a otras flotas, con tensiones laborales y con temporadas más cortas. Además, en 2009, la crisis mundial se tradujo en una bajada de la demanda y de los precios.
El total admisible de capturas (TAC) volvió a elevarse en 2015. Para el trienio 2015-2017 el ICCAT acordó incrementos anuales del 20 por ciento. En la última campaña, la del presente 2017, se han alcanzado unas 1.100 toneladas. Ahora, ante la próxima ronda de Marrakech, se presume un incremento sensible que satisfaga las pretensiones de las empresas almadraberas así como los intereses de las flotas de cañas, de líneas de mano y palangreros que faenan en el Estrecho de Gibraltar.