Seguramente hubiera cambiado cualquiera de los regalos que le hacía su familia la pasada semana al cumplir los 70 años, por conocer que algunos de los trabajos que han salido de sus preciadas manos iban a quedar expuestos en un digno rincón de su amada y marinera Algeciras.
Ramón Bernal se siente un privilegiado de la vida, al llevar, desde que prácticamente empezó a afeitarse, haciendo lo que más le gusta: sacar de la madera auténticas obras de arte, aunque, mayormente, inspirándose en su Bahía de Algeciras.
Con 14 años ya empezó a aprender el oficio de carpintero de ribera en los primeros astilleros de la ciudad y, gracias a su ambición y ganas de seguir madurando como persona, fue abriéndose hueco en esta profesión, de la que posteriormente derivaría su negocio – pionero en la zona dedicado a la hidráulica – que ahora conducen sus hijos.
Desde que se jubiló, puede dedicar más tiempo a lo que verdaderamente le apasiona: coger un trozo de madera, aunque sea de las que habitualmente se queman en las chimeneas de cualquier hogar, para darle forma… y casi vida. Jarrones, cuadros, lámparas, réplicas de las primeras ánforas que se conocen en Algeciras que se usaban para transportar líquidos que posteriormente se exportaban, juegos de café, anclas, y un largo sinfín de artículos, que sirven de adorno y otros de gran utilidad, han salido de sus manos para luego decorar su casa o una parte preciada del gran almacen que posee en el Cortijo Real. Para disgusto suyo, porque, asegura, que su única intención, además de dar rienda suelta a su imaginación (y su arte), es permitir que los jóvenes puedan conocer la historia de sus raíces para poder contarla en el futuro.
Pero, sin duda, las joyas de la corona de Bernal son dos embarcaciones a las que ha dedicado años en su construcción para ahora tenerlas en un garaje propio sin que las pueda conocer, contemplar y disfrutar los amantes del mar.
Una de ellas es de dimensiones reales, lista para echarla al agua y navegar, una réplica del histórico falucho, al que dan origen hace unos 400 años, y que empezó a utilizarse para pescar en la zona, principalmente en Tarifa, aunque luego se extendería por todo el Mediterráneo.
La otra, es prácticamente igual, pero más pequeña, a la que ha llamado `Nostalgia´. La hizo, precisamente, para que pudiese entrar en cualquier sala para su exposición, pero, una vez más, se ha quedado con las ganas de verlo en un lugar público. «En el puerto de Algeciras tenemos muchos `TEUs, pero no un sitio donde exponer todo lo interesante que podemos contar la gente del mar», comenta, con su particular humor al mismo tiempo que recuerda su histórica reivindicación de que la ciudad cuente con un museo marítimo.
No se sabe si algún día se hará realidad, pero lo que sí queda claro es que si logra, Ramón Bernal deberá tener un espacio referencial por su obra y su legado.