Son muchas las formas empleadas para despedir a una persona que fallece, pero parece que últimamente va en auge la de lanzar sus cenizas al mar, una práctica que no por habitual está estipulada como legal, al menos en nuestro país.
Para que sea lícita hay que contar con un permiso de la Dirección General de la Marina Mercante (DGMM) del Ministerio de Fomento o, en su caso, del órgano competente de la comunidad autónoma en cuestión.
Si se obtiene la autorización por parte de la Administración, el siguiente paso es cuidar la manera de lanzar los restos al mar, ya que no puede hacerse directamente, tampoco dentro de una urna convencional, sino que deben estar recogidas en un recipiente debidamente biodegradable y homologado, de lo contrario, la familia se expone a suculentas multas. Así lo avisaban a finales de 2016 los abogados de la compañía de seguros y servicios de defensa jurídica Legálitas, que han advertido de que esparcir las cenizas mortuorias en algunas zonas de costa de España puede conllevar una multa de hasta 750 euros y recomiendan que acudan a la normativa de cada comunidad autónoma.
«El esparcimiento de cenizas al mar con urna biodegradable o sin ella, también tiene sus especialidades, ya que en muchas localidades costeras se regula como infracción leve el vertido de residuos no autorizados a la playa, al mar, con sanciones administrativas a través de ordenanzas municipales que regulan su uso y aprovechamiento, por importe de hasta 750 euros como es el caso de Oropesa del Mar en Castellón, entre otras», aseguran.
Todo ello viene derivado tras registrarse la prohibición de dejar en la vía pública la urna que la funeraria entrega a los familiares, por lo que muchos ven en el mar el lugar ideal para depositarla, sin tener en cuenta el contenedor y su posterior daño al medio ambiente.
La otra opción más novedosa y costosa es la propuesta por algunas empresas, que han empezado a lanzar ofertas que incluyen el envío de restos cremados al espacio exterior, a 12.500 dólares el gramo. Otras opciones, más asequibles permiten enviar 85 gramos de restos en un contenedor a una órbita baja terrestre por 5.000 dólares. Allí permanecerán unos años antes de caer a la Tierra y desintegrarse por el calor en su reentrada a la atmósfera. Todo sea por dar un último adiós original.