El desarrollo de un puerto tiene que hacer frente, casi siempre, a dos importantes dificultades. La primera es el tiempo. Las grandes obras portuarias, desde que se planifican hasta que se ejecutan, requieren de un largo periodo de tiempo que puede muy bien oscilar entre los cinco y los 10 años. La segunda gran dificultad deriva de la incertidumbre de los mercados. Durante tan largo periodo de tiempo, los mercados pueden variar sustancialmente -el gigantismo de los buques y las alianzas entre navieras son un claro ejemplo de este vertiginoso cambio- y dar al traste con cualquier planificación portuaria, por muy concienzuda que ésta haya sido. La única certeza que puede albergar el planificador portuario es que si no se ejecutan las infraestructuras el tráfico no vendrá.
Lo anterior hace que los puertos deban planificar sus desarrollos con bastante antelación y deban también revisar dicha planificación con relativa frecuencia. Además, como la propia Comisión Europea respondía a un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo, que denunciaba la infrautilización de determinadas inversiones portuarias, las inversiones en los puertos “deben interpretarse de manera adecuada en el contexto de una perspectiva a largo plazo (10-20 años)…”
El puerto de Algeciras, sometido también a estas dificultades de planificación, no sale mal parado en un análisis comparativo con los demás puertos españoles. En un estudio realizado por la Plataforma de Inversores en Puertos del Estado (PIPE) y publicado en el diario El Confidencial el 4-2-2015 (ver mapa adjunto), nuestro puerto es el que presenta un mayor grado de utilización de sus inversiones en muelles de contenedores.
En primer lugar, decidimos no ocupar ni un metro más de línea de costa y, como consecuencia de ello, renunciamos a la construcción del dique de abrigo previsto desde la Punta de San García y a los rellenos apoyados en la costa y, en su lugar, optamos por la construcción de un dique exento y explanadas separadas de la costa. Esta solución representaba, según estimaciones que realizamos entonces, un encarecimiento de aproximadamente un 50 % sobre la solución que se había planificado en 1981.
En los terrenos de la Punta de San García se desarrolló el proyecto del “Parque del Centenario”, en cuya financiación colaboraron varias empresas portuarias, y se cedió al Ayuntamiento de Algeciras para uso ciudadano.
Finalmente, estando ya fijados los límites del Parque Natural del Estrecho en Punta Carnero, al sur de la ensenada de Getares, el 15 de mayo de 2002 dirigí escrito a la Consejería de Medio ambiente de la Junta de Andalucía proponiendo que, puesto que habíamos renunciado ya al desarrollo portuario de la Punta de San García, los límites del Parque Natural se podían extender hasta este enclave para proteger los roquedos existentes en dicha zona así como la playa de Getares. Esta propuesta se hizo con la condición de que se preservase el fondeadero que denominamos “D”, frente a Getares -a partir de la isobata 20, suficientemente, por tanto, separado de la costa- porque su uso resultaba imprescindible para la explotación del puerto.
La Junta de Andalucía aceptó la propuesta del puerto, se ampliaron los límites del Parque Natural del Estrecho, desde Punta Carnero hasta la Punta de San García y en el Plan de Ordenación de Recursos Naturales del frente Litoral Algeciras-Tarifa (PORN) y en el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural del Estrecho (PRUG) quedó regulado el uso del fondeadero “D”.
Los grupos ecologistas, que conocen perfectamente la génesis de todo esto, siguen, no obstante, criticando con dureza a la Autoridad Portuaria por el fondeo de buques frente a un Parque Natural.
Manuel Morón
Presidente de la APBA