La refinería Gibraltar-San Roque de Cepsa produce 25.000 toneladas de parafina al año, de las que, entre 7.000 y 7.500, según demanda, se comercializan en tabletas moldeadas.
La parafina se produce en la refinería sanroqueña desde 1973 y su actual planta de moldeo se puso en marcha en 2013. Hoy en día su comercialización es una actividad destacada para el Grupo, ya que el alto valor añadido del producto fabricado permite el uso de este derivado del petróleo para la fabricación alimentaria o de productos cosméticos.
Cepsa se ha sabido adaptar a los requerimientos del Registro de Sanidad Industrial, recibiendo la certificación de Seguridad Alimentaria ISO 22000 y FSSC22000, Kosher y Halal; y así, su parafina sirve para – entre otras cosas – fabricar la cera que recubren los quesos, los chicles, cremas y lápiz de labios, o productos farmacéuticos para el recubrimiento de pastillas y, como no, para la fabricación de velas que sigue siendo el principal destino de las miles de toneladas que se fabrican en ésta y otras plantas del mundo.
Las ceras parafinas hidrotratadas fabricadas por Cepsa están consideradas como un referente en el mercado, lo que sitúa a la compañía en una posición de liderazgo en los mercados internacionales, permitiendo la exportación de productos a Europa, Asia y América.
Pero, además, Cepsa cuenta con un importante aliado a la hora de distribuir esta cera extraída del petróleo por distintos países del mundo: el puerto de Algeciras. Su posición estratégica y la textura sólida a temperatura ambiente de la parafina, hacen fácil su transporte a través de contenedores.
Este es un proceso más de los muchos que lleva a cabo una de las industrias más importantes del Campo de Gibraltar, donde, utilizando el petróleo como base, se fabrican toda clase de derivados, que en el caso de la parafina – lejos de lo que pudiésemos pensar – acaba en nuestros estómagos.