En su intento desesperado por llegar al continente europeo, el 2016 se ha cobrado la muerte de 5.000 refugiados en el mar Mediterráneo, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado(CEAR), por una «desesperante lentitud» en el ritmo de acogida de estas personas.
En su balance de los 12 meses, CEAR lamenta la escasa eficacia de España y la UE en los procesos de reubicación y asentamiento, junto a la «sorprendente rapidez» para poner obstáculos a las personas que buscan protección internacional, que «han concluido con ese triste récord de muertos en el mar».
Casi siempre son voluntarios los que los ayudan a hacer la última parte del recorrido «salvando innumerables vidas» y, pese a ello, se ha tratado de criminalizar la solidaridad con detenciones como las de los bomberos de Proemaid que siguen pendientes de juicio.
En el «Informe Lesbos, zona cero del derecho de asilo», CEAR documentó en abril las vulneraciones al citado derecho que se producían en la isla y en la península griega, como que la mayoría de refugiados no conocía el programa de reubicación ni los pasos para acogerse al mismo.
A mitad de año, el informe anual sobre asilo revela que 2015 es el año con mayor número de solicitudes, aunque bajan las concesiones: siete de cada 10 fueron rechazadas.
Ya en julio, al cumplirse un año del primer acuerdo del Consejo Europeo sobre reubicación y reasentamiento, las cifras mostraban «la pasividad flagrante» de los países europeos. De los 160.000 comprometidos en dos años, solo habían realizado 3.105 reubicaciones (número similar al número de muertes en el Mediterráneo en ese momento) y 7.200 reasentamientos.
En agosto, por primera vez en unos Juegos Olímpicos participó un equipo formado por refugiados, representando a los 65 millones que han tenido que huir de sus hogares.
La cumbre de líderes mundiales de septiembre mostró una UE a dos velocidades en la acogida, y que en conjunto solo había cumplido un 7 % de lo acordado. En el primer aniversario de la imagen en la playa del niño Aylan muerto, otros 400 menores han perdido la vida en el Mediterráneo.
Tras el bloqueo de la ruta griega, cada vez más personas optaron por el trayecto más peligroso entre Libia e Italia y noviembre comenzó con dos naufragios frente a las costas libias que se saldaron con más de 300 muertes.
«El año acaba con menos llegadas y récord de muertes». Desde el año 2000, la cifra asciende a 37.000 vidas perdidas en el mar; en cambio, las llegadas a Europa por mar descendieron desde el millón a unas 350.000, concluye CEAR.