Investigadores de la Universidad de Granada han demostrado por primera vez que el aporte de polvo procedente del desierto del Sáhara potencia el papel del mar Mediterráneo como «sumidero» de dióxido de carbono.
El trabajo, que ha sido desarrollado por científicos pertenecientes al grupo de Ecología Funcional del Instituto Universitario de Investigación del Agua y el departamento de Ecología de la UGR, se enmarca dentro del proyecto METAS (Metabolismo de los Ecosistemas Acuáticos del Sur de la Península Ibérica: Nuevos equilibrios frente al cambio global) con financiación del Ministerio de Economía y Competitividad y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
Publicado por la revista ‘Scientific Reports’ del grupo ‘Nature’, el estudio muestra, mediante un análisis extensivo en el Mediterráneo, que en la actualidad este ecosistema marino actúa como «sumidero» de dióxido de carbono atmosférico en áreas de mar abierto, donde lo elimina, y como fuente de dióxido de carbono en áreas próximas a la costa, donde lo genera.
«A partir de estos hallazgos la cuestión clave fue testar cómo estos ecosistemas responderían frente a incrementos en las intrusiones de aerosoles ‘polvo’ procedentes del desierto de Sáhara y a la radiación ultravioleta, dos de los más importantes factores de cambio global que afectan a la región mediterránea», ha explicado el autor de este trabajo, Marco Jabalera Cabrerizo, del departamento de Ecología de la UGR.
Jabalera Cabrerizo ha añadido que «nuestros resultados de experimentos ‘in situ’ evidencian una potenciación de la capacidad fotosintética de las algas que habitan estos ecosistemas para absorber CO2 de la atmósfera y, por lo tanto, para actuar como sumideros».
El investigador ha destacado que la «tendencia creciente» en las intrusiones de aerosoles de origen sahariano durante las últimas décadas, junto a incrementos en la exposición a radiación ultravioleta, podrían acentuar el papel del mar Mediterráneo como «regulador de los niveles del CO2 atmosférico en un futuro próximo».
En este sentido, estos resultados son relevantes en el contexto del cambio climático actual ya que «arrojan luz sobre el cadente debate de si los ecosistemas marinos se comportarán como sumideros o fuentes de CO2», según ha informado la UGR.