Todo empezó en agosto de 2013 cuando Pablo Erlandsen, arquitecto y escultor, decidió tomar una foto con una mano sin éxito, porque la ergonomía del smartphone no permite que se sostenga de forma natural. Ese día añadió de forma artesanal un mango a una funda, con un resultado tan espectacular, que patentó la idea y hoy se ha convertido en empresa.
El mango de la funda POPSICASE ayuda a usar el dispositivo de forma más instintiva y segura, no solamente para hacer selfies sin necesidad de accesorios complementarios, sino también para grabar, hablar, consultar el móvil con más seguridad, o convertir el teléfono en un micrófono, una linterna o un espejo de fácil manejo.
Con la constante voluntad de minimizar su huella ecológica, la startup de Barcelona que impulsa POPSICASE ha dado un paso más para reducir el impacto ambiental: usa material proveniente de redes de pesca en desuso. Hasta hace muy poco estas redes se tiraban a los contenedores de basura y eran tratados como deshechos, aumentando la contaminación de nuestros suelos y mares. Desde ahora las redes se recogen en 17 puertos del Mediterráneo, se lavan, se trocean, se funden y se convierten en un material resistente que posteriormente se inyecta en el molde para fabricar la carcasa de POPSICASE. Por otra parte, el mango de POPSICASE se elabora con aluminio también reciclado, lo cual garantiza resistencia y le otorga más seguridad al usuario a la hora de manejarlo.
POSPICASE, que se fabrica íntegramente en Barcelona, estará disponible a partir de marzo de 2017, aunque se puede comprar con antelación en Kickstarter. Se venderá por 27 euros, pero en la plataforma Kickstarter está disponible por precios especiales que van desde los 15 a los 23 euros.