Hierro, zinc o arsénico, metales muy pesados que se han encontrado en niveles muy elevados en las medusas del Mar Menor, hacen pensar en la relación directa que mantiene con las altas tasas de sedimentos de la laguna costera procedentes de la sierra minera de Cartagena y La Unión.
Esas son las principales conclusiones de una tesis llevada a cabo por la bióloga de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), Ana Muñoz, que ha estudiado sedimentos superficiales y profundos en una decena de puntos del Mar Menor y ha analizado las dos especies más comunes de medusas de la zona.
Así, las medusas estudiadas, de las especies “Cotylorhiza tuberculata” (la popularmente conocida como “huevo frito”) y “Rhizostoma pulmo” (aguamala), arrojaron importantes niveles de hierro, zinc, arsénico, estaño y plomo, en torno a 50 partes por millón.
Estos datos, además de alertar sobre los sedimentos y contaminación de la laguna, tienen consecuencias cuando se retiran esos celentéreos para mejorar la calidad del baño, ya que las medusas retiradas, varias toneladas, se acumulan en tierra y pueden contribuir a la contaminación de los suelos, ha explicado el director de la tesis, el profesor de la UPCT Gregorio García.
La proliferación de sedimentos compuestos por metales pesados en el Mar Menor se debe, ha indicado la bióloga, a que desde el siglo XIV hasta finales del XIX, el aporte de residuos mineros procedentes de la sierra fue constante.
Las lluvias llevaron a través de las ramblas metales y metaloides que se depositaron en el Mar Menor a razón de 4 centímetros por siglo y a partir de esa fecha, los sedimentos se multiplican por seis coincidiendo con el aumento de la actividad humana, agrícola e industrial en el entorno del Mar Menor y en la propia laguna con la apertura de golas y dragados.
No obstante, la investigadora ha indicado que la contaminación de la laguna salada por metales pesados “es un proceso que se ha producido en este ecosistema de forma paralela a su evolución durante los últimos 2.500 años”, puesto que la sierra de Cartagena y La Unión ha tenido un uso minero desde la época de los fenicios, en el siglo VII antes de Cristo.
Por ese motivo, ha señalado que “el riesgo y los efectos negativos asociados a la contaminación polimetálica son relativamente poco notorias y de escasa relevancia en relación a otros procesos de contaminación en la laguna como las eutrofizaciones por compuestos orgánicos, fertilizantes y pesticidas”.
Efeverde